Capítulo 123: Silencios que duelen.
Esa noche, después de que la casa quedó en silencio y las luces se fueron apagando una a una, Eliana cerró la puerta de su habitación con un clic que retumbó más fuerte en sus oídos de lo que esperaba. Se quedó de pie unos segundos, apoyada contra la madera fría, dejando que todo el peso del día y de los últimos meses se desplomara sobre sus hombros. Su cuerpo temblaba ligeramente, como si no pudiera sostener más la carga de emociones que la ahogaban.
Con pasos lentos y cansados, caminó hacia la ventana y se sentó en el borde, dejando caer las piernas al vacío. Afuera, la noche estaba tranquila, casi demasiado perfecta para lo que sentía en su interior. La brisa acariciaba suavemente las ramas del árbol, y las estrellas brillaban con una calma que parecía burlarse de su tormento.
Su pecho latía con una mezcla de amor y tristeza, una batalla silenciosa que la desgarraba por dentro. Amaba a José Manuel, y esa verdad era tan intensa que le quemaba la piel. Recordaba cada gesto amable, ca