El sol apenas comenzaba a filtrarse por las rendijas de las cortinas cuando Eliana abrió los ojos. Sentía los párpados pesados, como si no hubiera dormido en absoluto, aunque sabía que había dormido. Su cuerpo había descansado, pero su mente no había parado de girar en círculos. La noche anterior había sido un caos interno. Las palabras de Isaac, la presencia de José Manuel, la mirada inocente de Gabriel, el cariño de Samuel… Todo eso se mezclaba en su pecho como una maraña difícil de desenredar.
Se quedó un momento en la cama, abrazando la almohada como si en ella pudiera encontrar una respuesta que aún no tenía. En el silencio, su respiración se volvió más lenta, pero su pecho seguía apretado. Sentía el corazón dividido entre el pasado y el presente. Entre el hombre que la había hecho feliz y luego la había destrozado… y el que ahora se mostraba como un apoyo silencioso, respetuoso, distante. José Manuel.
La noche anterior le había pedido distancia. Y él se la había dado. Se la habí