Isaac sintió que el aire se le escapaba del pecho. Sus manos temblaban mientras apretaba el teléfono con fuerza, como si aferrarse a él pudiera evitar que la realidad lo golpeara con más fuerza.—Dime qué pasó… —murmuró, su voz apenas un susurro cargado de angustia.José Manuel cerró los ojos un momento antes de responder.—Fue atropellada.Isaac sintió que su cuerpo se tensaba de inmediato.—No… No puede ser… —susurró, negando con la cabeza, aunque nadie pudiera verlo.—Está estable, pero la situación fue crítica. Tuvo que ser operada de urgencia por un hematoma en el cerebro —continuó José Manuel, con un tono que intentaba ser sereno, pero que no podía ocultar la preocupación—. Perdió la memoria…Isaac sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—¿Qué… qué quieres decir con eso?—Recuerda a todos… menos a mí.El silencio se extendió entre ellos como una grieta que amenazaba con partirlo todo. Isaac tragó en seco, sintiendo una mezcla de alivio y desesperación.—Voy para allá —dijo d
Isaac se quedó sentado en el sofá, mirando la taza de aromática que María José había dejado intacta. Su discusión lo había dejado con una sensación amarga en el pecho. No había querido hacerla sentir incapaz, pero tampoco podía ignorar la realidad: ella no estaba completamente bien y Gabriel era solo un niño. ¿Cómo podía irse tranquilo dejando todo así?Suspiró y se llevó las manos al rostro. Su mente seguía dividida entre su responsabilidad con Gabriel y su angustia por Eliana. Intentó llamarla otra vez, pero el teléfono seguía apagado.—Caramba —murmuró, apretando el celular en su mano.En ese momento, Gabriel apareció en la sala, frotándose los ojos con sueño.—Papá… ¿por qué estás despierto?Isaac dejó el celular a un lado y forzó una sonrisa.—No podía dormir, campeón. ¿Qué haces despierto tú?Gabriel caminó hacia él y se sentó a su lado, apoyando la cabeza en su brazo.—Tuve un sueño raro.—¿Sobre qué?El niño se quedó en silencio por unos segundos antes de responder.—Soñé con
María José observó a Isaac en silencio mientras él caminaba de un lado a otro por la sala, con el teléfono en la mano, revisando mensajes que nunca llegaban. Su ceño estaba fruncido, y cada tanto soltaba un suspiro pesado. Estaba claro que su mente no estaba allí.—Isaac —llamó ella con suavidad, sentada en el sofá con una taza de té entre las manos.Él se detuvo, levantó la vista y la miró como si acabara de recordar que ella estaba allí.—¿Sí?María José tomó aire y sostuvo la mirada con determinación.—He estado pensando en todo esto… y creo que si realmente quieres viajar para ver a Eliana, Gabriel y yo podemos ir contigo.Isaac la miró con sorpresa, como si no hubiera esperado esa respuesta.—¿Viajar juntos? —repitió, tratando de asimilar sus palabras.—Sí. Sé cuánto te preocupa Eliana, y también sé que estar lejos te está matando —respondió ella con sinceridad—. Si estar allá te hace sentir más tranquilo, entonces iremos los tres. No quiero ser un obstáculo para ti, Isaac.Él se
El sonido constante de los monitores llenaba la habitación, marcando el lento pero estable ritmo del corazón de Eliana. Su respiración era tranquila, y por primera vez en días, su piel tenía más color. José Manuel, sentado a su lado, no había cerrado los ojos en toda la noche.Cuando los primeros rayos de sol se filtraron por la ventana, notó un leve movimiento en los dedos de Eliana. Se incorporó de inmediato, sosteniéndole la mano con suavidad.—Eliana… —susurró con esperanza.Los párpados de ella temblaron y, con esfuerzo, comenzó a abrir los ojos. Al principio, su mirada estaba nublada, perdida en el techo blanco de la habitación. José Manuel contuvo la respiración, esperando que su primera reacción fuera llamarlo, reconocerlo… Pero cuando los ojos de Eliana se posaron en él, solo reflejaron confusión.—¿Cómo te sientes? —preguntó, intentando sonar calmado.Eliana frunció ligeramente el ceño, llevando una mano a su frente como si intentara recordar algo.—Estoy… un poco cansada —m
Samuel caminaba por el pasillo del hospital con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Sus manos sudaban y su respiración era irregular. Sostenía la mano de su padre con firmeza, pero, al mismo tiempo, sentía que sus piernas podían fallarle en cualquier momento. Había esperado tanto este momento… Había pasado noches enteras deseando ver a Eliana, rogando en silencio para que se recuperara y volviera a ser la misma de antes. Pero ahora que estaba a solo unos pasos de ella, el miedo lo invadía.José Manuel se detuvo frente a la puerta de la habitación y se agachó para quedar a la altura de su hijo.—Hijo, antes de entrar… quiero que estés preparado —dijo en voz baja, con un tono de preocupación en sus ojos oscuros—. Eliana aún está en recuperación y es posible que no te recuerde…Samuel tragó saliva con dificultad.—Lo sé… —susurró, bajando la mirada.Sabía que eso podía pasar, pero una parte de él había mantenido la esperanza de que, al verlo, Eliana recordaría todo. Que lo llam
Samuel bajó la cabeza, decepcionado. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero las contuvo con fuerza. José Manuel, que había estado en silencio, sintió un nudo en la garganta al ver la angustia reflejada en el rostro de Eliana y la tristeza en su hijo.—Pero… ¿de verdad éramos novios? —preguntó Eliana con cautela, dirigiéndose esta vez a José Manuel.Él levantó la mirada y sus ojos, llenos de una mezcla de dolor y anhelo, se clavaron en los de ella. Su corazón latía desbocado, como si estuviera al borde de una revelación que lo cambiaría todo.—Sí —dijo finalmente, su voz ronca por la emoción contenida—. Lo éramos.Eliana lo miró fijamente, tratando de encontrar en su rostro una verdad que su mente se negaba a recordar. Sintió algo extraño en el pecho, un calor familiar que la reconfortaba y la inquietaba al mismo tiempo. No entendía por qué, pero la forma en que José Manuel la miraba hacía que su corazón latiera más rápido.Samuel observó la escena con los labios apretados. No entendía
A la mañana siguiente, Isaac apenas había logrado dormir. Su mente no dejaba de pensar en Eliana, en lo que encontraría al verla después de tantos días de incertidumbre. Se removió en la cama, sintiendo el peso de la preocupación en su pecho. Desde que aterrizaron, todo se había sentido extraño. Estaba en su hogar, pero al mismo tiempo, no.Finalmente, se levantó antes de que el sol iluminara completamente la ciudad. Caminó hasta la sala con pasos silenciosos, intentando no despertar a Gabriel ni a María José. Sin embargo, al llegar a la cocina, la encontró allí, preparando café.—Despertaste temprano —comentó ella sin mirarlo, removiendo la cucharilla dentro de su taza.—No pude dormir bien —admitió Isaac, pasándose una mano por el rostro.Se hizo un silencio incómodo entre ellos. Desde que llegaron, apenas habían hablado más allá de lo necesario. Él sabía que María José estaba tratando de darle su espacio, pero también notaba la incomodidad en sus gestos, en su forma de esquivar su
José Manuel se removió en la silla, incómodo por la postura en la que había dormido. Su cuello le dolía, y sus músculos estaban tensos por la falta de descanso. Parpadeó varias veces antes de incorporarse lentamente, frotándose el rostro con ambas manos para despejarse.Fue entonces cuando sintió una presencia extraña en la habitación. Frunció el ceño y levantó la mirada con cautela. Su expresión se endureció de inmediato al ver a Isaac de pie junto a la cama de Eliana.El impacto fue inmediato. Su corazón dio un vuelco, y el sueño se evaporó por completo de su cuerpo. Se puso de pie casi de golpe, el ruido de la silla arrastrándose sobre el suelo rompió el silencio de la habitación.—¿Tú? —soltó José Manuel en un susurro ronco, aún sorprendido.Isaac se giró hacia él con expresión seria. En sus ojos había un sinfín de emociones: angustia, cansancio y un atisbo de culpa.—Llegué esta mañana —respondió con voz firme, aunque había un matiz de nerviosismo en su tono—. Vine a verla.José