La cena continuó como si nada hubiera pasado.
O al menos, como si nadie quisiera admitir lo que realmente había pasado.
Ethan regresó a la mesa justo después de que Leonard los llamó, y Amanda volvió a sentarse a su lado como si ambos no hubieran tenido una conversación que podía incendiar media ciudad.
Nadie mencionó nada más. Era lo mejor.
La tensión se disolvió entre conversaciones superficiales, risas y comentarios financieros.
Pero Amanda sabía que nada estaba normal.
Daniel estaba rígido a su lado.
Leonard evaluaba a sus hijos con el ceño ligeramente fruncido.
Y Ethan… Ethan era el único que parecía tranquilo, pero ella ya había aprendido que con él la calma era solo otra forma de tormenta.
Ella habló solo cuando fue necesario, sonrió porque debía hacerlo.
Pero por dentro seguía escuchando la voz de Ethan al soltar esa frase que le había dejado antes de volver a la mesa.
“Es una cita.”
Una cena.
Con él.
A solas.
Cuando finalmente los socios se levantaron, Amanda también lo hizo