NO ESPERABA MENOS DE TI.
Daniel Van Ness la miró sin decir una sola palabra.
Imperturbable casi siempre, impenetrable por costumbre… pero ahora no.
Ahora parecía haber olvidado por completo cómo usar la voz.
Amanda se sintió nerviosa de una forma incómoda, bajo aquella mirada avellana tan intensa que la recorría centímetro a centímetro, como si estuviera viendo un diamante recién descubierto, un diamante que no esperaba encontrar.
Selena Rosenthal sonrió, disfrutando de la escena como quien presenciaba una obra maestra terminada.
—¿Te vas a quedar callado, Daniel? —comentó con dulzura burlona—. Admite que hice un buen trabajo.
Eso lo sacó de su trance.
Daniel parpadeó —dos, tres veces—, como si su cerebro se reiniciara.
—Lo siento —dijo por fin, aclarando la garganta con una seriedad que solo hizo más evidente lo impresionado que estaba—. No esperaba menos de ti, Selena.
Luego volvió su atención a Amanda y ella sintió que la intensidad de esa mirada la atravesaba por completo, como si fuera capaz de desgastar