Mi mano derecha.
Amanda respiró hondo cuando Aaron Stanford formuló aquella pregunta que cayó como un peso frío sobre la mesa.
No quería volver atrás.
No quería abrir esa herida frente a tres hombres que apenas conocía.
Pero entendía que era inevitable en algún punto.
¿Que qué podía decirles?
Que la recepcionista de Daniel había hecho de su vida un infierno, intoxicando el ambiente con chismes, saboteando su trabajo, filtrando información, manipulando correos, distorsionando todo lo que Amanda hacía.
Que un hombre en el que confió —su jefe directo— se alió con aquella mujer para destruirla profesionalmente, y de paso, desgarrarle la dignidad.
Que el video editado no solo arruinó su reputación, sino que la empujó a renunciar a un lugar donde ya nadie la defendía, solo Ethan.
Que Daniel utilizó su poder para contro