Esto va a salir mal.
Los nervios no abandonaron el cuerpo de Amanda Rivas ni por un mísero segundo.
Si acaso, se volvieron más insistentes, como un zumbido que no se apaga, aumentando con cada paso que daba hacia el salón principal del evento.
Ese mismo salón que ya había pisado antes… solo que entonces había sido con Daniel Van Ness cerca, como una sombra que te respira en la nuca incluso cuando sonríe.
Esta vez, Amanda iba colgada del brazo de Ethan.
Y eso lo cambiaba todo… y no cambiaba nada al mismo tiempo.
Porque la seguridad que le transmitía Ethan era real —se sentía en la firmeza de su antebrazo, en el ritmo constante de su caminar, en esa manera suya de mirar al frente como si el mundo fuera un terreno que ya conoce—, pero el pánico escénico no negociaba, no se conmovía, no entendía de “estás a salvo”.
Ethan, a diferencia de ella, avanzaba con paso seguro, como si entrar a un salón lleno de gente elegante fuese lo mismo que entrar a su o