GIULIA
Abrí los ojos con un punzante dolor en la cabeza, como si miles de agujas me atravesaran las sienes. Intenté incorporarme, pero un brazo pesado me sujetaba con firmeza contra el colchón. El pánico me recorrió entera. Bajé la mirada y vi un tatuaje oscuro en esa piel que me apretaba… sabía de quién era.
Giré lentamente y ahí estaba. Dante. Dormía a mi lado, tan cerca que podía sentir el calor de su respiración contra mi cuello.
El corazón me dio un vuelco. No recordaba casi nada de la noche anterior, solo imágenes confusas: el trago que me ofreció Riccardo, un baile, risas que no eran mías, agua helada que me calaba los huesos… y el vómito.
Me llevé las manos a la cabeza, masajeando mis sienes. ¿Qué había pasado? ¿Por qué estaba él conmigo en esa cama? Mi mirada se detuvo en el suelo, donde mi ropa estaba hecha un desastre. Un nudo me cerró la garganta. No recordaba nada. Y eso me aterraba.
Con cuidado, aparté su brazo y me liberé. Corrí al baño como si escapara de un peligro y