Ameline despertó el lunes con un nudo en el estómago, el corazón latiéndole con fuerza antes incluso de abrir los ojos.
Era el día de la ecografía, el momento que había estado esperando y temiendo a partes iguales. La luz del amanecer se filtraba por las cortinas de su habitación en la mansión, bañando el suelo de madera en tonos dorados, pero no había nada cálido en cómo se sentía.
"Hoy es el día. Todo depende de esto" pensó, su mano deslizándose instintivamente a su vientre de seis meses, donde el bebé dio una patadita suave, como si supiera lo que estaba en juego.
Se sentó en la cama, respirando hondo, intentando calmar los nervios que la recorrían como descargas eléctricas.
"¿Ya lo sabe Seth? ¿O se lo dirán hoy?" pensó, sus dedos apretando la sábana. La Dra. Athena, la médica de la familia Rinaldi, realizaría la ecografía en la unidad médica de la mansión esa tarde, y Ameline sabía que Seth querría estar presente. Ese sería su momento para exigir la prueba de paternidad, para