Punto de vista de Rocío
Sofía aún no me contesta, pero hoy tomé la decisión de ir a buscarla a su casa.
Me levanté temprano, me duché y me vestí con unos jeans, una polera y una camisa encima. Mi largo cabello castaño —ese que estoy decidida a cortar— lo amarré en una cola de caballo. Ya no quiero esconderme. Hoy estoy decidida a retomar lo que la luna me quitó.
Al salir de mi habitación, saludo a mi hermano, que últimamente ha estado bastante pensativo. Siempre está metido en temas de la manada, y, curiosamente, va mucho al súper. Antes, cuando trabajaba ahí, ni siquiera se acercaba tanto.
—Hola, Lucas —lo llamo, interrumpiéndolo en plena lectura.
Me mira con asombro, como si no esperara que le hablara.
—¿Y tú a dónde vas? —pregunta, arqueando una ceja.
—Voy a reconquistar a mi amiga —respondo entre risas—. Además, tengo que darles explicaciones a mis jefes… los dejé colgados sin decir nada.
—Te acompaño —dice con ese tono protector que le conozco de toda la vida.
—No es necesario, Lu