Punto de Vista de Isabella
Seguíamos caminando por el bosque. Aunque trataba de mantener la calma, algo dentro de mí comenzaba a tensarse. El lugar al que Adán me llevaba me resultaba inquietante. Las sombras eran más densas, el aire más frío, y la sensación de estar lejos de todo lo conocido me hacía querer dar media vuelta.
Nos detuvimos cerca de unos troncos grandes, cubiertos de musgo.
—Nunca había llegado hasta aquí —dije, mi voz temblando sin querer.
—Es un sitio especial —respondió él, abrazándome y besándome como si eso bastara para silenciar mis dudas.
Intenté relajarme, recordarme que estaba con alguien que decía quererme… pero sus manos, como siempre, empezaron a moverse demasiado rápido. Sus caricias se volvían más invasivas, sus dedos se aferraban a mi cuerpo con fuerza.
—Adán, no —susurré, tratando de apartarlo.
Él suspiró con fastidio, como si lo que sentía no importara. Aun así, se detuvo por un momento… solo para llevarme un poco más lejos y sentarme sobre un tronco. M