Damon se sentó en su oficina con la firme convicción de encontrar algo que le diera una pista en todo esto del atentado, el aire acondicionado susurraba un eco frío en el inmenso espacio mientras él se mantenía con la cabeza ocupada en los últimos eventos.
La noche del atentado, que él había asumido era un simple acto de sabotaje, ahora se sentía como un complot siniestro. Había sido un ataque personal, un mensaje de que sus enemigos no se detendrían ante nada. Y él, por primera vez en su vida, se sintió vulnerable.
La bofetada de Harper aún ardía en su mejilla, no lo había recordado hasta que el detective Vaughn se lo dijo, había pasado buena parte del día pensando en ello y, el hecho es que lo hizo sentirse culpable.
Damon no había querido tocar el tema esperando alguna reacción de la niñera, pero ella había decidido no decir nada, no reclamarle, al menos no mientras él estuviera consciente.
Sacudió la cabeza para enfocar sus pensamientos en los negocios, y volvió revisar el papeleo