El habitual silencio en la mansión de Star Island se había transformado, de un eco opresivo a un espacio lleno de la vida.Desde que Harper, había llegado, Peter parecía haber florecido junto a ella. Cada mañana, lo ayudaba a vestirse, le preparaba el desayuno y le leía un cuento. El pequeño, con su inocencia y con cada ocurrencia, se había convertido en un bálsamo para sus heridas.En realidad, ella nunca esperó que podría disfrutar tanto del trabajo como niñera, siempre fue una mujer práctica y perfeccionista, y estaba destinada a grandes cosas, pero ahora, la compañía del pequeño le traía paz a su atormentado corazón.La conexión entre Harper y Peter se profundizaba con cada día que pasaba. Ella lo llevaba a jugar a las canchas de la propiedad, lo ayudaba con sus tareas y lo consolaba cuando lloraba, bajo la mirada siempre vigilante de su padre, que, desde una distancia prudencial, observaba como la chica se ganaba sin esfuerzo el corazón de su hijo.Era lo único que ella tenía, po
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