Harper salió de la habitación de Damon sintiéndose un poco más ligera. La vergüenza y el enfado habían desaparecido, reemplazados por una extraña sensación de cercanía y, sobre todo, por la preocupación.
Lo que Damon había descrito como un "atentado" le hizo sentir un escalofrío en la espalda. Él no era un hombre que exagerara. Y sus palabras resonaron en su mente, como un eco.
— Alguien quiere arruinarme — había dicho. Ella sabía lo que era ser una víctima inocente. La misma sensación de desprotección y la misma impotencia la hizo identificarse con él, aunque en un nivel que él jamás entendería.
El aroma a café recién hecho del vestíbulo la hizo recordar que no había comido nada desde el día anterior. Pidió un café con leche y una tostada, pero el malestar del stress, y la mala noche le dio náuseas, necesitó sentarse en una de las sillas de la cafetería, con la mirada perdida en el vacío.
Estuvo un rato esperando a que su cuerpo se calmara y las arcadas desaparecieran y regresó a la