Trajedia del Alfa

En un salón, en la iglesia principal de la manada, Grey sostiene entre sus manos el libro sagrado de su familia, sentado en un trono victoriano.

Sobre sus hombros pelaje de lobo gris, su traje reluce, y los invitados observan atentos como pronto la corona del Alfa se va posicionando sobre su cabeza, pero antes de caer sobre su negra cabellera el sumo sacerdote se detiene.

—Por favor, haga el juramento en voz alta y con una de sus manos en la primera hoja —indica 

Grey toma aire.

—Yo Grey Karme Lunnette, juro por la Luna, y por la memoria de los grandes Alfas de esta manada, que seguiré su legado y llevaré por el camino de la gloria, con la espada del primer Alfa; los guiaré a la victoria y con la corona en mi poder no la perderé —continúa recitando su juramento 

Al terminar el sumo sacerdote baja la corona hasta su cabeza se aparta, y le solicita que se levante, obedece sin ninguna objeción.

El libro es apartado de sus manos, sobre ellas dejan el Orbe y el Cetro de la manda, quitan su capa de piel dejando sobre sus hombros la bandera de la manada Karl.

—¡Larga vida al Alfa Grey Karme Lunnette!

—¡Larga vida al Alfa! —gritan todos en un coro 

Sin saber que les espera con aquel hombre en el poder.

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Esa misma tarde enviaron a Nysa al viejo palacio, donde la esperaría su prometido, no estaba feliz, era evidente y claro.

No sabía cómo sería la vida en un lugar tan apartado, con gente desconocida y siendo una esposa tan joven.

Observaba la ventana de su carruaje, pero la cortina fue cerrada por su Nana quien la acompañaba.

—Conoces la regla, Nysa 

—Sí señora 

No hubo mayor respuesta que esa, imaginaba cómo sería su vida, si nada hubiera pasado, o al menos, viviendo con su madre en la manada.

Ella como la hija de una concubina, sin hacerle daño a nadie.

Jugaba con su imaginación, era una niña, y no le puedes pedir otra cosa a un infante que no fuera aquella, una vez freno el carruaje, su Nana dejó sobre su cabeza un velo blanco.

Con debilidad observaba a través de la tela, abrieron el carruaje y la luz atravesó la puerta, bajó con cuidado escuchando nuevas voces.

Sus ojos se perdieron en la silueta de su prometido.

Él ve a la princesa con una sonrisa, para luego pasar a la mirada a la mujer que la acompaña.

—Es un honor recibirlas, ¡mucho gusto! Soy…

Fue interrumpido por la Mujer quien frunció el ceño de inmediato.

—Me permite hablar a solas con usted.

—Me temo que no será posible, me gustaría conversar con mi prometida —sus ojos volvieron a ella 

—Qué lástima, ella no tiene nada que hablar con usted, pero yo sí. Por favor sígame —pidió 

Tomó a Nysa sujetando su mano, caminando juntas hasta el jardín de aquella pequeña subasta de lobas.

Desde su espalda, lograba sentir una incómoda mirada que le indicaba con los hechos que sería un mal matrimonio, no quería tocar esa puerta, deseaba desaparecer, y ese maldito collar qué debilitaba sus sentidos lobunos era la prueba de la maldad sobre el hombre.

Débil y desprotegida, buscaba como distraer su mirada.

—Su alteza, si gusta en el salón de arriba, específicamente en la torre B, podrá encontrar juguetes que puede utilizar a su disposición. 

—Pero, Grey me dijo que….

—¿Él está aquí? 

Negó con la cabeza.

—Perfecto, por favor retírese 

Accedió sin ningún problema, fue acompañada por un guardia que le indicó hacia donde caminar.

«No me gusta dar órdenes, pero ahora la situación lo amerita» 

Desvió su mirada al Lord, quien tenía un fuerte mirar, con manos en la espalda se acercó a ella sin dejar de cuestionarla.

—Se cree la dueña de la vida de mi prometida 

—¿Ya se ha visto a un espejo? —escupió la pregunta 

—¿Disculpe?

—¿Tiene dificultades auditivas? —volvió a preguntar, esta vez con más brusquedad —escúchame bien, idiota. No me importa cuántos títulos tiene, incluso si su testículo izquierdo tiene uno, pero véase, es un viejo a punto de casarse con una niña. Que digo viejo. ¡Está viudo y tiene hijos! ¿Cómo pretende reemplazar a la madre de sus cachorros con una cachorra? 

Ivan intervino rápidamente, tomó del cuello a la mujer envuelto en Ira.

—¿Cómo se atreve a hablarme así? Nuestro Alfa ya dio la orden —apretaba con fuerza levantando poco a poco su cuerpo, hasta que sus pies dejaron de tocar suelo —No voy a escuchar las palabras de una mujer loca y como ella será mi mujer, usted estará lejos de mi casa —la lanzó contra una mesa destruyendo por completo el objeto 

Atormentada Nysa observa desde la ventana de uno de los pasillos cómo será su marido, retrocede unos pasos y al darse la vuelta es acorralada por uno de los guardias.

La espada que sujeta está muy cerca de su cuello.

—¿Desea ir a algún lado, su alteza? 

Ivan, toma el cuello del vestido de la mujer acercándose a su oído.

—Mientras ella esté bajo mi techo seguirá mis órdenes. Agradezco esta absurda conversación, pero puede irse 

La soltó empujándola hacia atrás, ella lo ve de reojo, ajusta sus prendas organizando su vestido, y su cabello.

—Me temo la orden del Alfa no será de su agrado, pero como parte de esta patética boda, yo viviré en su casa y en caso de sacarme de ella será castigado por él —explicó 

—¿Pretende que le crea?

—¿Pretende desafiar la palabra del Alfa? 

Frunció el señor al ver su expresión tan relajada, estaba seguro que él y la princesa vivirán en santa y plena paz, pero entonces vienen los planes inesperados.

«¿Será posible que la envíe para asegurarme de que respetaré nuestro trato?»

«No voy a permitir que la toque»

La realidad era pura, y genuina, Ivan no respetaría el trato de esperar cuatro años para que el matrimonio se consumara, quería hacerlo como las demás parejas, en su noche de Bodas.

Aquella mujer que adoraba a la princesa como su hija, se había prometido a sí misma cuidarla hasta el día de su muerte.

Por eso acudió al Alfa para permitirle viajar, y quedarse con ella.

Grey aceptó bajo la condición de que jamás se metería en su matrimonio, y que sólo atendería a Nysa en sus necesidades básicas.

Detestaba la idea de que pasará el mismo destino de su madre, en especial cuando solo tenía catorce años de edad.

Una pobre niña que no merecía ese final. 

Las acciones de los dos podrían afectar para bien, o para mal, el futuro de la princesa. 

Sin mediar una sola palabra y asesinarse con la mirada, llamaron a la pequeña que fue escoltada hasta la salida, y posteriormente hasta el carruaje.

Una vez en movimiento, la tristeza de princesa se vio reflejada en su rostro, sus ojos entristecidos trajeron procreación a su acompañante, quien al ver cómo se quitaba el velo cerró las cortinas del carruaje, oscureciendo un poco la cabina.

—¿Pasa algo pequeña? —su suave voz atrajo su mirada de inmediato 

—No… o bueno… —tardo un poco en contestar, tímida por sus palabras observó el velo sin mucho interés  —Solo tuve problemas con uno de los nuevos Guardias Reales 

—¿Qué pasó corazón? —preguntó intrigada por las palabras de la niña 

—Nada, solo que midiera mis palabras por mis defectos 

En ese momento, Nysa llevaba un hermoso vestido blanco el cual cubría sus brazos, la razón de su velo era para cubrir su ojo como las marcas que tenía en el rostro.

Aunque el collar opacaba su instinto, no podía ocultar por mucho tiempo sus marcas, aún más cuando ya probó su poder.

Se veía a sí misma enjaulada en su cuerpo, sin poder hablar, expresarse, comunicarse con aquellos que sintieran curiosidad por ella.

En silencio y envuelta en barrotes de metal.

—Corazón… esos defectos… no, no pueden salir a la luz, una vez en la primera luna azul, nos encargaremos de que esas marcas no vuelvan —comentó ella 

—¿Pero esa luna sale cada cincuenta años? —expresó —¡oh incluso más! —expresó 

Ella cubrió sus labios con el dedo encorvado, sonrió un poco con el ceño doblado, y una cálida mirada.

—Serás toda una adulta y soportarás el proceso pequeña, no debes ser Una Protegida De La Luna si no quieres. No te preocupes 

Nysa incrédula, asintió con la cabeza, no confiaba en las palabras de su Nana, pero podía llegar a comprender cómo era.

—Nysa cariño, ¿recuerdas algo de tu transformación? —inquirio

Negó.

—Oh, bueno. ¿Deseas cenar algo adicional esta noche? —cambio el tema tan rápido como se lo permitió su imaginación 

—¿Puedo escoger mi cena? —preguntó con un brillo esperanzador en los ojos 

—¡Claro! —contestó —serás la señora de la casa y podrás comer todo lo que desees 

—¿y debo cenar con él? 

—No, si no lo deseas 

—¿Estarás conmigo? —preguntó con ternura 

Sus ojos, con esa pequeña marca resaltaron su belleza.

—Siempre estaré a tu lado.

***

Esa misma semana, las campanas de una iglesia tocaron tras celebrar el matrimonio de la princesa Maldita.

Quien fue admirada por su belleza y apodada: La novia más joven de la manada 

La diferencia de altura y madurez era fundamental, criticando a Lord Ivan, y al Alfa por tal desmán.

Sus hijastros observan en primera fila, como una cachorra de su edad contrae matrimonio con su padre, el menor de los hermanos la ve de reojo.

Logra ver a una niña atractiva, pero sin poder alcanzarla por el título que ahora culmina con el anillo de su madre, el cual fue ajustado al dedo de la princesa.

Ante las miradas de uno de hijastros, ella no duda en posar sus ojos en la persona que la observa mientras caminan hacia la salida de la iglesia. 

Los ojos heredados por una heterocromía del menor fueron recibidos por el azul de la joven esposa.

Ambos en un abismo de inocencia, mientras los mayores solo refutan el fetiche y acciones de su padre.

Bajo la deshonra de haber cambiado a su madre de tal manera.

Con una más joven, con una más pura. 

Solo uno sintió compasión por ella, el mayor, quien conocía como actuaba su padre.

***

Esa noche, lo que debió ser una velada como las demás, terminó siendo un encuentro entre dos lobos.

Nysa era abrazada por su Nana, mientras Ivan cubría su cuerpo con una bata, el camisón blanco de la princesa estaba rasgado por la parte de abajo, donde la falda termina.

No presentaba ningún síntoma de abuso, más que el temor en su mirada.

Ivan trató de acercarse a ella, pero con miedo fue alejada por su madre quien se paró delante de ella, haciéndole frente a Ivan.

—Aparece…

—Se lo advertí, esta niña no volverá a sus aposentos 

—Usted no me advierte…

El hijo del medio observó escondido tras un pilar, detallando como su padre lentamente amenaza a la mujer.

Los rugidos al hablar solo trajeron detestables recuerdos que ya debían haberse borrado.

No logró ver más de lo que debía, tenía miedo, le tenía miedo.

Con sigilo regresó a su habitación, cerró la puerta con fuerza escondiéndose debajo de las cobijas mientras dejaba sus manos en sus oídos.

«Mamá»

Fue su único pensamiento, pues detrás de aquel infante se escondían las cadenas de la santa culpa que ocultaban el secreto de su padre y con él su propia vida.

Atrapado en la discusión sus hijos ignoraban los gritos de aquellos adultos, mientras una pequeña voz rogaba qué se detuvieran. 

En la mañana, durante El desayuno era notorio observar la tensión entre ambos, los deseos de acabar la comida y del mismo modo atender otras labores era una de las cosas que cada uno deseaba hacer.

La princesa al lado de su esposo no levantó la cabeza en ningún momento, lo vivido en la noche solo le demostró como palabras de aliento se esfumaron con el viento.

Todo lo que le dijeron con base al futuro en la casa, eran mentiras.

No había nada, ni una mínima idea de cómo las cosas llegarían finalmente a su desenlace  

Lo único que tenía claro era no volver a comentar nada, a no resistir y tener cuidado con la persona con la que se había casado.

Su Nana no estaba desayunando con ellos, no sabía donde estaba, sintiendo un vacío el cual acabaría con ella.

*Una hora después*

—Y esta es su oficina, si gusta puede instalarse en este momento —se le fue asignada una dama para atender sus necesidades 

—¿Y para qué necesito una oficina? —preguntó la princesa 

Después de un largo recorrido la última habitación que le presentaron estaba llena de sábanas blancas qué cubrían los muebles del lugar.

Protegiendolos del polvo que una los estaba gobernando.

—Como esposa de Lord Ivan, está obligada a administrar su casa, como la anterior… —no pensó muy bien sus palabras 

Nysa se detuvo.

Camino hacia las ventanas extendiendo las cortinas, y así levantando un poco de polvo, el cual entró a su nariz.

Cubrió su boca antes de toser.

—¡Señora! —su dama preocupada se acercó a ella 

Nysa levantó una mano antes de que ella llegara.

—Estoy bien

Observó un rincón de su pared, detallando con cuidado el poco brillo del marco de una pintura que se asomaba, atraída por ella tiró de la sábana blanca qué ocultaba el hermoso rostro de la primera esposa de Lord Ivan.

Anya Doley.

Una hermosa mujer con cabello corto similar al de un hombre, negro como la noche, y morena como una hermosa flor,  sus ojos un hermoso desliz egipcio, oscuros escondidos en un misterio fugas.

Con prendas tan vibrantes que reflejan su oscura piel.

Unos pendientes de oro, fieles compañeros de su collar, y en el cabello, detalles dorados resaltando su región.

Nerviosa, la dama apartó a la princesa tomándola de los hombros.

—Lamento mucho esto, en unos minutos llamaré a las sirvientas para que organicen esto a su merced —dijo nerviosa 

—No quiero que… 

No pudo terminar de hablar.

Los pasos de un joven llamaron la atención de las mujeres.

—Madre, ¿cree que podamos hablar a solas? 

«¿Por qué me llamó madre?»

—Joven Horus…

—Por favor —pidió 

Nysa asintió con la cabeza, observó a su dama y con un gesto le ordenó salir de la habitación.

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