—Dígame en qué puedo ayudarle, joven
—Madre, le solicitó que no cambie nada de esta habitación, si el cuadro no es de su agrado, puede quitarlo, pero debe ser entregado a mí. Si lo hace, juro por mi Madre Biológica, que usted no sentirá mi presencia, trataré de ser lo más discreto posible para que no se sienta incómoda. Nysa asintió con la cabeza. —Pero antes de aceptar su solicitud, me gustaría tener un cuadro de su madre, esta habitación pertenecía a ella y conozco el sentimiento de perder a un ser querido y no tener nada. Ah y no vuelva a llamarme “Madre” no lo soy, y no planeo serlo. —¿Cómo desea que la llame, “su alteza”? —preguntó haciendo comillas en el aire —¡No! ¡Claro que no! —exclamó Atónito, Horus abrió los ojos con asombro, luego relajó la mirada. —¿Cómo quiere que la llame? —volvió a preguntar —Nysa, llamame Nysa —contestó —¿Se llama Nysa? —alzó una ceja con incredulidad —¿Qué pasa? —devolvió con agresión —¿No es extraño? —burlo —Tú te llamas Horus, como el dios egipcio. ¿No es aún más raro? —¡Claro que no! ¡El tuyo suena como “ceniza”! Ofendida contestó con altanería. —¡Qué estupidez! Bajo una inocente pelea por quien tenía el peor nombre, Nysa y Horus discutieron por media hora conforme quitaban las sábanas de los muebles levantando a su paso una cantidad de polvo, imperdonable. Abrieron las ventanas ante tanta suciedad mientras limpiaban con cuidado los estantes de madera, la princesa detuvo su mirada en un cuadro de la misma loba con una enorme sonrisa, y sus tres hijo, el mayor a su lado izquierdo sujetando su hombro, el del medio parado en el lado derecho, y el menor de todos en brazos. Sus ojos grandes brillaban con lo desconocido, mientras sus hermanos se mantenían serenos al igual que su madre, era el único con una expresión diferente. Solo que su padre no aparecía en aquel recuadro. Al notar tanto silencio, Horus desvía su mirada a aquella niña, detallando su cabello brillante esperando que sus labios pronuncien alguna palabra. «Definitivamente es una mujer hermosa» Pensó el pequeño. Detestaba a su padre por tal acto, contraer matrimonio con una cachorra de su edad, que asqueroso. Aun con sus propias limitaciones, conforme a sus reglas y las de la propia esposa, se acercó a ella con sigilo y estando a su lado, logró notar lo que causaba gran interés en ella. Su madre. —Era hermosa —dijo Horus no respondió, solo se concentró en libros que él juraba perdidos. —Asumo que la quiere, tome —le entregó el cuadro sin verlo a los ojos —¿Puedo llevarme estos libros? —preguntó sin apartar su mirada de los lomos con bordes dorados —Sí. «Pensé que los habían quemado» —¿Por qué este cuarto permaneció tan sucio? —inquirio recogiendo con el dedo el polvo que se acomula en el estante, ese que no limpio —Mi padre quería deshacerse de todo rastro de mi madre, pero no pudo porque mi abuelo se lo prohibido, desde entonces este cuarto como algunas de sus pertenencias estaban bajo llave —explico Sin respuesta alguna, solo pensó en cómo había vivido aquella mujer, había algo en su mirada que le atraía un sinfín de pensamientos impuros, presupuestados por las acciones de su marido. Detestaba a ese hombre con cada parte de su pequeño ser. Daría lo que fuera por verlo acabado y en la ruina. Aunque su “hijastro” tenía una belleza y atractivo sin igual, sentía curiosidad por él, por lo que sus ojos significaban para él. Mordió sus labios desde adentro, hasta que los mismos se tornarán de un color blanco. —¿Le gustaría tomar un poco de té conmigo? —soltó la pregunta Atomito, y apunto de rechazar la propuesta fueron interrumpidos por el grito de una persona conocida. —¡HORUS! Ivan entró enfurecido, acercándose a los dos pequeños con el ceño fruncido, tomó a su hijo del hombro y a su pequeña esposa por el cabello. Los empujó por el pasillo mientras Nysa se defendía con sus garras, pero tan pronto la sangre empezó a derramarse por sus manos, Ivan empujó a su hijo contra la pared, y a Nysa la levantó sin soltarla del cabello. —¡¿Piensas ser me infiel?! —preguntó exaltado —¡No mi Lord! —respondió sujetando su cabello —¿Qué estabas haciendo a solas con mi hijo? —¡Padre suéltala, no estábamos haciendo nada! —Horus se levantó con miedo Se acercó a su padre sujetando su mano mirándolo a los ojos; sin embargo, Ivan con la mano levantada atacó a su hijo haciéndole un corte en el ojo. La sangre manchó la cara del joven amo, quien en un momento rápido se cubrió el ojo. Manchando a su paso la alfombra que adorna la mansión. —Padre… —nombró con voz temblorosa —¡Mocoso estúpido! Soltó el cabello de la princesa de inmediato, quitó la mano de su hijo detallando el corte, con cinismo y con una garra cortó la mejilla de su hijo sonriendo al final. —Ahora si puedo deshacerme de ti Nysa se sorprendió por el actuar de Iván hacia su hijo, para que con la misma crudeza con la que lo lastimó se dirigiera a ella con sangre en las manos, tomará sus mejillas e hiciera un corte similar debajo de su barbilla. —El día que me seas infiel… voy a asesinarte como a mi ex-esposa *** Esa noche fue encerrada en su habitación, mientras que Horus fue enviado al calabozo de la mansión, con un vendaje podrido en su rostro. Ivan fue conocido por aquellos que vivían en la casa como Lord Sangre por sus atroces castigos. El vendaje de su propio hijo fue escogido por él, para aumentar su sufrimiento dejó larvas en el mismo para que carcomieron su sangre. Para Ivan la decisión estaba tomada, cualquiera que se atreviera a ver o a hablar con su esposa, así se tratara de una mujer, sería asesinado de la peor forma. Tenía formas de esconder un cadáver y mentir a la perfección para no ser culpado por homicidio. Ya lo había hecho con la mujer que acompañaba a la princesa, con su esposa, y ahora en su oficina; estaba planeando la de su hijo. Estaba segura que llegaría a ser asesinada por él, pero aunque así fuera, no podía permitir que alguien muriera por su culpa. Se levantó de la cama dirigiéndose al balcón de su habitación, lo abrió con cuidado sin hacer mucho ruido, y así, no alertar a los guardias que custodian la mansión. En frente de ella un árbol frondoso baila como el viento, trepa hasta tocar la cima y extiende su mano hacia la rama más cercana, sin conseguir alcanzar el árbol. Acercó más sus pies casi a la orilla sin conseguir nada, al final, tuvo que tomar impulso y saltar. Aferrándose a la rama más débil del árbol, quien no soportó su peso y terminó dejándola caer sobre un arbusto de hojas maduras. Alterados, los guardias van hacia arbusto, esperando encontrar a la criatura que provocó tal accidente, sin saber que ya se había escapado. Escurridiza entró nuevamente a la mansión, evadiendo todo rastro de guardias que quieren atraparla, bajo hasta lograr dar con las mazmorras del lugar donde solo habían dos miserables celdas. Una completamente vacía, la otra con un cuerpo extendido. —Horus… —nombró con debilidad sin tener respuesta —Horus, Horus, Horus Insistió en voz baja, con miedo a ser escuchada. Nombró diez veces más, cada una con más quebranto que el anterior, hasta que él atendió a su llamado. —¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó con debilidad —Vine a sacarte de aquí —contestó —¿Cómo? —rio —Quitame este collar, por favor —pidió aferrándose a los barrotes —¿Para Qué? —escupió —Solo hazlo —pidió entre un susurró Sin saber a lo que se enfrentaba y porque era tan importante para ella deshacerse de él, Horus accedió a su petición. Se levantó con debilidad apoyándose entre sus brazos, se acercó a ella aferrándose a los barrotes, sentía larvas moverse por toda su cara como un pequeño cosquilleo, algunas incluso entraron a su nariz. Había sido drogado por su padre, y de esa manera su muerte sería tortuosa. Al aferrarse a los dobleces del collar y soltarlo finalmente, la piedra fue protegida por las demás gemas qué rodeaban el rubí. Su sangre empezó a quemar en sus venas, marcas rebotaron su piel, y su ojo envuelto en plata sorprendió a Horus. «Son hermosos» —Apártate —pidió tomando los barrotes Extendió sus brazos hasta separar los barrotes de metal, Horus, con su único ojos descubierto solo observó como la figura de Nysa entraba. Se estaba nublando por el cansancio y la droga. Cayó al suelo apoyado de sus rodillas. Su rostro terminó aplastando algunas de las larvas. —¡Horus! —se dirigió hacia él tomándolo entre sus brazos Sin saber cómo sanarlo, le pidió a la luna una súplica en llanto qué esperaba ser contestada. Lo único que de verdad deseaba era que el pequeño viviera, viviera tanto como estaba destinado a vivir. Algo en él le traía paz, y no quería que esa paz muriera a manos de un tirano. Aferrada al cadáver de Horus, pidió en voz baja su sanción, cerró los ojos enfocándose en su fe y no en los alrededores. Solo esperaba el momento en el que aquel joven despertara de su trance. Su manos quemaron, ardieron tanto como si el cuerpo del niño que estaba tocando fuera una esfera de fuego indomable. Ignoró el dolor por miedo, pronto su cuerpo empezó a temblar, y las marcas de su cuerpo brillaron de una manera abismal, con tonos naranja y rojos, un poco de negro pero al final similares al fuego. Así mismo, iluminando la celda, y la mazmorra en general. —Duerme —escuchó un suave susurró Una melodía capaz de calmar un corazón herido y brindar calor a un cadáver frío, era imposible de describir cómo se sentía. Estaba aliviada pero a la vez preocupada, tenía calor aunque estuviera acariciando un cuerpo frío, y la noche fuera tan helada como para destruir a un débil. Sus ojos pronto empezaron a pesar, producto del mismo cansancio; sin embargo, no prestó atención a las señales, no quería. Debía mantenerse despierta para sanarlo, mantenerse en pie. Aunque unas suaves manos estuvieran masajeando sus ojos, y cantando una suave melodía que no tenía nombre, pero tampoco mal ritmo. Sin ningún significado, logró dormir a la princesa. Las larvas se convirtieron en pequeños capullos de flores qué, a medida que iban cerrando sus cicatrices y calmar el dolor de su cara estás florecían. El vendaje fue retirado, el extracto de la droga también fue alejado de su cuerpo, pronto el cuerpo de Nysa cayó como el de su hijastro, sosteniendo su cabeza en su pecho. Aparte de la incomodidad, lo que llamó la atención del joven fue escuchar los latidos de su corazón, pues, aunque estuviera en un trance, sentía el cariño esperanzador de un alma qué una vez amó. Su madre… Esa misma madrugada, sin imaginarlo, la mente de Nysa desprendió un enorme lobo blanco el cual sólo salía de sus recuerdos, ella estaba soñando con él. Dándole vida a su imaginación, en sus sueños el lobo jugaba con ella…. En el calabozo, el lobo se apartaba con un niño en la boca. Ella soñaba con un hermoso prado verde con colores vibrantes que gobiernan un valle donde incluso de día la luna ilumina su camino. Afuera, la gran bestia se llevó a Horus lejos, muy lejos de su mansión en un páramo donde rosas blancas decoran la montaña. Las distintas reciben al joven con cuidado, los pétalos blancos de algunas a su alrededor crean una manta blanca, suave y calentita para mantenerlo en una noche tan fría. Su rostro tiene marcas, las marcas de los maltratos de su padre, y el producto de la droga lo dejó ciego de un solo ojo. Una flor azul, mayormente conocida como “loto azul egipcio” se posa en su frente, pétalos de la misma flor caen sobre su rostro, cubriendo sus ojos. Así, haciendo una pequeña tumba angelical para un ser vivo. Los sueños de Nysa fueron hermosos esa noche. No sabía cómo algo tan insignificante le podría traer tanta paz, mucho menos de dónde había salido, pero antes de que el sol alcanzará la manada, se levantó gracias al frío nocturno. Sin ningún rastro de Horus lo busca con la mirada. viéndose sola en aquella celda. —No busques lo que se te ha perdido —dijo el lobo blanco Sorprendida abrió los ojos y la boca. —Soy Sky, y antes de que grites piensa bien a quien pueden condenar el día de mañana