—Dígame en qué puedo ayudarle, joven —Madre, le solicitó que no cambie nada de esta habitación, si el cuadro no es de su agrado, puede quitarlo, pero debe ser entregado a mí. Si lo hace, juro por mi Madre Biológica, que usted no sentirá mi presencia, trataré de ser lo más discreto posible para que no se sienta incómoda. Nysa asintió con la cabeza.—Pero antes de aceptar su solicitud, me gustaría tener un cuadro de su madre, esta habitación pertenecía a ella y conozco el sentimiento de perder a un ser querido y no tener nada. Ah y no vuelva a llamarme “Madre” no lo soy, y no planeo serlo.—¿Cómo desea que la llame, “su alteza”? —preguntó haciendo comillas en el aire —¡No! ¡Claro que no! —exclamó Atónito, Horus abrió los ojos con asombro, luego relajó la mirada.—¿Cómo quiere que la llame? —volvió a preguntar —Nysa, llamame Nysa —contestó —¿Se llama Nysa? —alzó una ceja con incredulidad —¿Qué pasa? —devolvió con agresión—¿No es extraño? —burlo —Tú te llamas Horus, como el dios
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