—Sí... creo que era como un metal —dijo Elena, con el rostro arrugado por el esfuerzo de recordar—. No estoy segura del color, pero tenía un brillo tenue, como si fuera viejo o estuviera un poco desgastado. Era pequeño, lo recuerdo bien, cabía perfectamente en la palma de la mano de Soraida.
Valentina suspiró, la nueva información generaba más preguntas que respuestas. —¿Un objeto de metal con símbolos? Tenemos que encontrarlo... pero ¿dónde podrá estar? Si Fernando lo tenía cuando Soraida se lo entregó... ¿lo conservó? ¿Lo perdió? ¿Se lo llevó con él cuando se fue? La idea de buscar algo tan pequeño en toda esta propiedad o incluso fuera de ella era abrumadora.
Javier asintió, pasando una mano por su rostro con cansancio. —Sí, es cierto. Demasiada información para asimilar de golpe. Y la llegada de mi padre mañana... creo que necesitamos un respiro para ordenar nuestras ideas y planear bien cómo vamos a seguir. Mañana continuaremos con la búsqueda. Será mejor descansar y empezar con