Elena entrecerró los ojos, su mirada viajó desde Javier hacia el joven que estaba sentado en la parte de atrás. Un destello de reconocimiento cruzó sus facciones, aunque aún teñido de sorpresa e incertidumbre.
—¿Richard...? —murmuró Elena, su voz ahora más baja, como si un recuerdo fugaz intentara abrirse paso en su mente—. Sí... creo... creo que te conozco. De la mansión... ¿verdad? Eras un niño entonces...
Su mirada volvió a Javier, y luego nuevamente a Richard, deteniéndose en el evidente parecido entre ambos. Sus ojos se abrieron ligeramente, como si una pieza de un antiguo rompecabezas comenzara a encajar.
—El parecido... es asombroso —dijo Elena en voz baja, casi para sí misma—. Me recuerda... me recuerda tanto... al pasado.
Volvió a mirar a Javier, con una nueva intensidad en su mirada. —¿Qué quieren hablar conmigo? ¿Por qué me buscan aquí? Este no es el lugar... pero... —hizo una pausa, su voz temblaba ligeramente—... si tiene que ver con lo que estoy pensando... entonces quiz