—Entonces... eres mi hermano —afirmó Javier, con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro.
Richard asintió lentamente, aún procesando la información, pero con una certeza creciente en su voz. —Sí... sí, creo que es cierto. Fernando... todo encaja de alguna manera. Ahora... Ahora quiero conocer a mi madre. Necesito hablar con ella, entender todo esto.
—Puede ser... pero ir a la mansión ahora no creo que se pueda —dijo Javier, su entusiasmo inicial decayendo ligeramente. Su rostro se ensombreció al pensar en el ambiente hostil y los secretos que aún residían en la casa familiar.
—¿Por qué no? —preguntó Richard, la urgencia de conocer a su madre palpable en su voz—. ¿Qué ha cambiado? Creí que querías que supiéramos la verdad.
Javier suspiró, pasando una mano por su cabello. —Y quiero. Pero... después de lo que escuché de la discusión de mis padres, la forma en que hablaban de mi abuelo... siento que la atmósfera en la mansión será aún más tensa. Además, no sabemos cómo reaccionará mi