Capítulo cincuenta y nueve.

Ethan sostuvo la mirada de Ylva con determinación, aunque en su interior había incertidumbre, ya que no sabía donde estaba el paradero de los Reyes.

—La encontraremos —le aseguró, aunque sabía que no podía garantizarlo del todo—. Te prometo que estaré contigo en cada paso.

Era una promesa que no necesitaba pruebas, ella lo sabía. Ethan siempre estaba a su lado.

Después, la mirada de él se suavizó, consciente de que ella aún estaba débil.

—¿Quieres que te busque algo de comer? —preguntó—. ¿O prefieres salir a comer algo?

Ylva se movió levemente en la cama, pero su cuerpo aún sentía el peso de la recuperación.

—Prefiero que me traigas algo —admitió—. Todavía me siento un poco débil para caminar.

Ethan no dudó. Se levantó sin titubeos y salió de la habitación. No tardó mucho en volver. En sus manos traía una bandeja con una comida abundante, llena de nutrientes, sin duda le caería bien. Pero lo que le sorprendió fue la forma en que Ylva comió.

Como si no hubiera probado bocado en días, c
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