Capitulo cincuenta y tres.

Felipe reaccionó rápido cuando vio a Ylva desplomarse. Sin dudarlo, se apresuró a ayudar a Ethan, guiándolo a una habitación cercana donde pudieran atenderla con más calma.

Ethan, que apenas podía procesar lo que estaba ocurriendo, observó cómo Felipe tomó la temperatura de Ylva. El resultado fue alarmante.

—Esto no es normal… —murmuró Felipe, frunciendo el ceño.

La temperatura de Ylva era extremadamente baja, tan fría que incluso pensó que si dejaba el termómetro demasiado cerca, podría congelarlo. Un escalofrío recorrió su propia piel al darse cuenta de la gravedad de la situación.

Sin perder tiempo, llamaron a uno de los médicos imperiales, esperando alguna explicación. Sin embargo, cuando el médico analizó el estado de Ylva, su expresión reflejó una incertidumbre y asombro.

—Nunca había visto a un licántropo con una temperatura tan helada —admitió el médico, sacudiendo la cabeza—. Esto es algo completamente fuera de lo común. Necesita ser examinada por un médico licántropo. Ellos
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