Mundo ficciónIniciar sesiónLa lluvia había cesado hacía días, pero en el interior de la casa aún se respiraba el aire pesado que deja una tormenta después de arrasar con todo. Desde el incidente con la nota, Emma no era la misma. Dormía poco, se despertaba con sobresaltos y pasaba las noches con el pequeño Eugene en brazos, como si temiera que, si lo dejaba un segundo, alguien pudiera arrebatárselo.
Harry la observaba en silencio desde la puerta de la habitación. Sus ojos, antes llenos de chispa, ahora se veían cansados, hundidos por el insomnio y la ansiedad. Él se acercó despacio, colocando una mano sobre su hombro.
—Emma —susurró con dulzura—. Tienes que dormir un poco, amor. Yo cuidaré de él, te lo prometo.
Ella negó con la cabeza, abrazando más fuerte al bebé, que dormía plácido.
—No puedo, Harry. Si cierro los ojos, veo a mi padre aquí… escucho su voz… —murmuró con voz rota—. No puedo perderlo. No puedo.
Harry se sentó a su lad







