Mundo ficciónIniciar sesiónEl sonido del reloj marcaba el silencio de la habitación, un tictac acompasado que parecía retumbar dentro del cráneo de Liam Rothwell. Despertó con la mente en blanco y una sensación incómoda de vacío. El techo blanco del hospital no le decía nada, tampoco las paredes impolutas o el olor a desinfectante que lo envolvía. Todo lo que lo rodeaba le resultaba ajeno, incluso su propio nombre.
Giró la cabeza y vio una silla al costado de la cama. En ella dormía una mujer de cabello castaño, vestida con sencillez, pero con una elegancia que no necesitaba adornos. Tenía los ojos hinchados, como si hubiera pasado horas llorando, y las manos entrelazadas sobre su regazo.
Cuando la mujer despertó, sus miradas se cruzaron. En ese instante, algo dentro de él se agitó: una chispa, un eco, una emoción sin nombre.
—¿Liam? —preguntó ella, apenas un susurro.
Él frunció el ceño. Su garganta ardía al intentar hablar.
—¿Quién eres?
La expresión de la mujer se q







