La vida en El Silencio fluía con una disciplina rítmica, Lysander, con un mes de vida, era la personificación de la paz, su presencia validaba cada sacrificio, cada acto de honestidad radical que Kael y Elara habían realizado, el Plan Quinquenal de Modulación se había iniciado con éxito en el Año del Anclaje, y la paz de Kael, el Espejo Emocional, se mantenía en un sólido 9.5 de convicción, no obstante, la burbuja de verdad era una rareza en el universo de la simulación, y el mundo exterior, aunque invisible, siempre buscaba una fisura, un punto débil en el muro ético de Orion Corp.
Una mañana, mientras Kael revisaba los protocolos de la AI Ética en la cámara de resonancia, asegurándose de que la máquina mantuviera la moralidad en la gestión de billones, Helena emitió una alerta de baja frecuencia, una señal que no era un ataque de hacking ni un rastreo de Aether Dynamics, era una conexión heredada, un apretón de manos digital cifrado que databa de la época de Kael padre, un canal que