El olor a desinfectante y desesperación era el perfume de su nueva vida, Elara (25) se ajustó el vestido prestado, barato y demasiado ceñido, y miró a través del cristal de la sala de reuniones, al otro lado, en una silla de ruedas de titanio, estaba Kael Orion (30), el legendario CEO de Orion Corp.No era el titán invencible que aparecía en las revistas, estaba pálido, su rostro marcado por una furia fría y sus ojos, de un azul eléctrico que ahora parecían contener tormentas, fijos en el informe que sostenía su abogado, había pasado un año desde el accidente que lo dejó paralizado de la cintura para abajo, y en ese tiempo, su prometida, Serena, y la familia de Elara lo habían despojado de una parte crucial de su fortuna y reputación.Elara entró, sus tacones resonaron en el mármol, un sonido diminuto y desafiante."Señor Orion," comenzó el abogado, un hombre nervioso que sudaba a pesar del aire acondicionado "Esta es la señorita Elara Vesta, ella ha aceptado las condiciones."Kael no
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