El silencio que siguió a la revelación del mensaje final de Lysandra fue diferente, ya no era la ausencia de ruido, sino la plenitud de la verdad. Kael y Elara se separaron del beso, pero no del contacto, sus manos entrelazadas sobre el ópalo del dispositivo cifrado, el corazón de Lysandra latiendo metafóricamente en sus palmas. Helena, con lágrimas silenciosas, se retiró a un rincón del laboratorio, dándoles el espacio sagrado para su pacto final.
"La cura eres tú, Kael," repitió Elara, su voz una cuerda tensa de emoción y fe. "No solo para mí, al darme el ancla emocional que mi Habilidad necesita para no volverse caos, sino para nuestro hijo, para protegerlo del miedo y de la mentira que fue el veneno de tu padre. Tu madre nos dio el plan de vida más valioso: la verdad absoluta como única estrategia."
Kael apretó su mano, su mirada profunda, el arrepentimiento y la nueva determinación brillando con una intensidad que eclipsaba la luz fría del laboratorio. "El matrimonio por contrato