La emoción cruda de la confesión grabada había dado paso a una determinación fría y calculadora. Elara y Kael se encontraban ahora inclinados sobre la consola, el audio de Lysandra pausado, la voz del padre silenciada, mientras el peso de la verdad se asentaba en el laboratorio. Kael, recuperado de su colapso emocional, sentía que su dolor físico se había atenuado, reemplazado por una claridad de propósito que no había experimentado desde su infancia.
"La prueba es irrefutable, Elara, y con los datos que ya obtuviste sobre Thompson y Vance, él está acabado," declaró Kael, su tono era el de un estratega que había ganado la primera fase de la batalla, pero sus ojos, fijos en el dispositivo de audio, aún reflejaban la pena por el sufrimiento de su madre. "Pero, ¿hay algo más? El audio cortó abruptamente, como si mi madre hubiera tenido que detener la grabación en ese instante. ¿Crees que hay un mensaje final, una última instrucción que no logramos escuchar, una última advertencia?"
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