Kathie acababa de colgar la llamada con Noah cuando el timbre sonó.
Creyó que era él.
Sintió un pequeño sobresalto en el pecho. Pero al abrir, se encontró con otra figura: imponente, sobria, perfectamente controlada.—¿Esteban?
Él asintió con una leve inclinación de cabeza.
—¿Puedo pasar?
Kathie asintió, dando un paso hacia el lado. Esteban entró como si ya hubiera estado allí muchas veces. Miró brevemente el apartamento, evaluando sin decir nada, y se sentó sin que se lo ofrecieran.