Luis, el gerente del hotel, se quedó por un instante sorprendido e incrédulo por la inesperada decisión de Yago de ir a la cafetería en lugar de a la imponente y sobria sala de juntas. Era una ruptura total con el protocolo habitual para un hombre de su estatus y calibre. Ver al CEO de CIRSA optar por un ambiente tan informal, con el bullicio de los clientes y el aroma a café, para una reunión de negocios crucial, era, cuanto menos, inusual y desconcertante. Sin embargo, su profesionalismo inquebrantable superó rápidamente cualquier atisbo de asombro. Con una inclinación de cabeza casi imperceptible, pero llena de deferencia, se dispuso a escoltar a Yago y a Nant hacia el corazón vibrante y concurrido del hotel, la cafetería, donde la formalidad se diluía en el ambiente relajado.
Pero antes de que sus pies se movieran un solo paso, Yago se dirigió nuevamente a Carlos, el chofer, quien aún esperaba pacientemente junto a la camioneta, con la puerta trasera abierta y una postura de servi