"Ambos se conocieron en el peor momento de sus vidas pero fue solo por eso que encontraron un soporte el uno en el otro desde ese instante". La vida nos tiene muchas sorpresas, quizás alguna vez nos hemos preguntado exactamente eso: ¿Qué sorpresas habrá en el futuro para mí? Eleanor Jones y Blake Stone. Nunca han visto algo prospero para su futuro después de lo vivieron en el pasado. Antes, un estilo de mejores amigos, y después, unos simples desconocidos. Ambos cometieron errores en el pasado, así como todos. Pero ellos han crecido, ya han madurado, y por supuesto, han cambiado. Ya no son más esos niños que cometieron aquellos errores. Y solo quizás, por primera vez, vean un mejor futuro de lo que se imaginaron y, que creyeron alguna vez, que se merecieran. Ahora que están juntos una vez más por los azares de la vida. Pero... ¿Qué pasará ahora que se reencontraron después de cinco largos años? ¿Acaso esto terminará bien? ¿o terminará peor que la última vez? Nos queda quedarnos para descubrirlo y ver que hacen con la Segunda Oportunidad que la vida les dio como sorpresa.
Leer másEleanor
—¡Ya estoy harta Blake! —le grité llamando la atención de los que estaban a nuestro alrededor.
Las ganas de querer gritarles a ellos también que se metieran en sus propios asuntos fue tentador, pude hacerlo, pero no planeaba perder la batalla de mirada que sostenía con Blake.
No suelo gritarle, de hecho, yo no grito. Normalmente es él quien grita, pero estábamos teniendo una discusión demasiado acalorada que no pude resistirlo.
Tiene meses estando insoportable e irritable. Se molesta por todo. Grita por todo. Reclama por todo. Encuentra cualquier pretexto para pelear en todo. Y ya estaba cansada de su estúpida actitud.
—No grites —me riñe con los dientes apretados. Me regodee un poco al ver su gesto.
Conseguí mi objetivo de hastiarlo, pues solo hace eso cada vez que está intentando controlarse, y apostaría lo que fuera, a que está haciendo un gran esfuerzo para no gritarme enfrente de todos, así como lo hace cuando estamos a solas.
—¿No vas a gritarme? —lo incito. Me mira como si no me reconociera, la verdad yo tampoco lo hacía—. Hazlo. Sé que te muere de ganas por hacerlo.
—Cierra la boca, Eleanor.
—¿Entonces tú si puedes gritarme cuando se te da la gana y yo no puedo hacerlo? —le cuestiono con todo el cinismo y toda la intención de hacerlo explotar de una vez por todas.
Unas terribles ganas de que todos vieran como era, me abordaron repentinamente.
Dio un paso en mi dirección, y no pude retroceder el mismo cuando me tomo del brazo con demasiada fuerza, casi lastimándome. Estaba segura de que él tenía conciencia de la fuerza que aplicaba en mi brazo.
Me atrajo hacia él, y me fulminó con la mirada a la vez que me jalaba del brazo y comenzaba a alejarse del resto.
Mire sobre mi hombre y sus “amigos” estaba sorprendidos. Creo que ninguno de ellos se esperaba que terminara así, pues ellos conocían mi relación con Blake, y creo que para todo ellos, les resultaba raro vernos discutir.
Ja. Qué ironía. Él y yo peleábamos todos los días, y como dije, esto tiene meses. Sin embargo, lo manteníamos entre nosotros.
Estábamos al aire libre, fuera de la preparatoria, por lo que comenzó a llevarme por el camino que nos llevaba a la parte trasera de los edificios de los talleres de la preparatoria.
Comprendía que quería que estuviéramos solos, y teníamos que alejarnos de la bola de personas que se formó a nuestro alrededor por culpa de mi grito.
Me resiste a que me siguiera llevando. No quería estar a solas con él. Solo me gritaría y yo a él. Así sumiéndonos en otra estúpida discusión.
—Deja mi brazo, Blake —hablo entre dientes y le doy manazos en la mano que se mantenía como grillete en mi pobre brazo.
Claro está que él ignoro mi intentos de lograr que me soltara.
Solo cuando estuvimos lo suficientemente alejados, es decir, detrás del edificio, me soltó con brusquedad del brazo, aventándome hacia el frente.
Patán, quise gritarle.
Solo necesitaba unos segundos para respirar, pero el patán estaba impaciente.
Sentí su mano en mi hombro, y sacudí el mismo para que no lo hiciera. Gire a verlo y note la poca distancia que nos separaba.
Lo tenía tan cerca que tenía que alzar casi por completo la cabeza, ya que Blake media casi 1.80 y yo con mi estatura de 1.60.
Como pudieron ver, me mantengo con una altura promedio. Describiéndome un poco: me gusta mi cuerpo, ni tan delgada y ni tan rellena, cabello castaño oscuro, completamente liso que me llegaba un poco más por debajo de la mitad de la espalda, y mis ojos eran oscuros, un café que parecía negro. En cambio, describiendo al patán mayor: Blake es alto, cabello negro con algunos rizos y unos ojos color avellana muy lindos, no podía negar que era atractivo a simple vista, la pubertad lo ayudo mucho pero su actitud conmigo, le quitaba todo el encanto.
—¿Cómo se te ocurre gritarme enfrente de todos? —me pregunta y sabía que esto solo era el inicio de otra discusión que terminaría mal y que luego seguiríamos como si nada.
Ese círculo vicioso en el que nos habíamos metidos en este último año, era agotador. Me creía a un paso de no aguantarlo más, pero no me animaba del todo: Blake era lo más cercano a una familia verdadera que tenía. No obstante, eso no lo quitaba lo patán.
Aun me sorprende que seamos amigos después de tantas discusiones, o mejor dicho: ¿Cómo es posible que nos consideremos mejores amigos? ¿Familia? Porque él también me consideraba su familia.
Tenemos que estar mal de la cabeza, estaba segura de que lo estábamos.
—Quizás y si no fueras un patán todo el tiempo no te hubiera gritado —reclamo—. Pero claro, el hombre tiene que portarse como el macho alfa enfrente de sus estúpidos amigos, ¿no?
—Deja de decir idioteces, Eleanor, y jamás en tu vida vuelvas a gritarme como lo acabas de hacer —me apunta con el dedo, regañándome.
Eso solo me enfureció, ¿él regañándome? ¡Qué cinismo!
Con un manotazo aleje su dedo de mi rostro. Lo note un poco sorprendido, pero simplemente se cruzó de brazos, y su respuesta fue darme la espalda queriendo dar por finalizada la conversación, pero esta vez no se iba a salir con la suya.
—¿A dónde crees que vas? —adelanto el paso y me pongo frente a él, bloqueando su camino.
—Quítate.
—No. —solo esa palabra necesite para que me mirara incrédulo.
—¿No? —se plantó mucho más cerca de mí, solo para darme miedo—. ¿Cómo qué no?
—No porque eres un cínico, ¿te das cuenta de lo que me estas pidiendo? —es ahora o nunca—. Me pides que no te vuelva a gritar, pero tú me gritas cada vez que te enojas conmigo sin ninguna razón y después quieres continuar como si nada, me cansé. Ya estoy harta de esta infantil actitud que has tomado conmigo desde hace meses, te has vuelto una persona insoportable conmigo…
Me interrumpió. —¿Yo soy insoportable? —se señala a sí mismo— ¿Quién es la que se pasa reclamándome mi forma de ser cada cinco minutos? —me mira con la ceja alzada— Tú eres la insoportable. Te andas por ahí como si fueras la chica perfecta, lo cual es una completa mentira. Si la gente supiera la clase de persona que realmente eres, de la familia de la que vienes, te aseguro que no tendrías las amistades que tienes ahora.
—¡Eso ni va al caso! —grito como respuesta, pero en el fono me había dolido, solo que no iba a demostrárselo.
—Quizás —se ríe y aprieto las manos encajándome las uñas en las palmas—. Pero yo estaba dispuesto a irme, pero parece que quieres pelear. Pues pelea conseguirás.
—Yo no quiero pelear, solo quiero hablar contigo sobre lo que está pasando —mira hacia otro lado sin interés, y se sintió como una patada en el estómago. Si algo realmente lograba que me doliera: era su indiferencia—. Bien, y si piensas todas esas cosas de mí, ¿por qué me sigues hablando? —logro que me mire directo a los ojos con esa pregunta.
Y sabia con solo mirarlo, que lo que iba a decir no me gustaría para nada y que quizás me lastimaría aún más. Estaba en lo cierto.
—Por simple lastima —auch— Me das lastima al saber por todo lo que pasas. Solo por eso, pero sinceramente no vale la pena seguir estando con una niña la cual es una completa mentirosa. Y se altera por cualquier estupidez. Madura de una vez, Eleanor.
Sentía que se formaban lágrimas detrás de mis ojos listas para salir, nunca me había hablado ni mirado así. Como sea no iba a dejar que viera lo que sus palabras provocaron.
—Wow, es bueno saber que pensamos lo mismo. Eso ya no me hace sentir tan mal entonces —frunce el ceño al oírme decir aquello—. Yo también sigo contigo por pura lastima ¿sabes? Me genera tanta lastima verte crear una vida la cual no tienes —su cara paso a ser sombría— La vida perfecta que tanto dices tener, la cual, igual que la mía, es una completa mentira. ¿Te imaginas qué pensarían tus “amigos” al saber cómo es tu papá realmente? Dudo mucho que piensen que es un maldito alcohólico y bueno para nada —ahora yo me rio—. ¿Ellos no se preguntan porque nunca los has llevado a tu gran casa?, ¿por qué nunca mencionas a tu mamá? —entrecierro los ojos en su dirección—. Ahora dime quien es el mentiroso.
Ahora yo me estaba vengando. Él utilizo cosas privadas de mi vida para hacerme sentir mal; este último año se había convertido en el rey de los patanes, pero jamás había usado años de confianza que le di, en mi contra y no me queda más remedio que hacerle lo mismo.
Para mi sorpresa, él rio y negó con la cabeza, incrédulo. —Sí que mentías
—¿Mentía en qué? —lo miré con el ceño fruncido.
Coloco las manos en los bolsillos de su pantalón antes de dar un paso más e inclinarse hacia adelante para estar a mi altura, y ojalá nunca hubiera soltado esas palabras.
—En que eres una completa perra.
Alce la mano con toda la intención de darle una bofetada por haberlo dicho. Esa palabra fue el colmo para mí pero, lastimosamente, interceptó mi mano en el camino tomándola de la muñeca y apretándola con fuerza, manteniéndola en lo alto.
—¿Qué? ¿A la pequeña perra no le gusta que le digan la verdad? —me miró con una mirada que jamás en la vida había utilizado conmigo. Solo con quienes realmente… detestaba.
Al escuchar que me volvió a llamar perra, mis ojos volvieron a picar por las ganas de querer llorar.
Intenté zafar mi brazo de su agarre para poder irme y que no me viera afectada por sus palabras, en especial por esa, porque él sabe lo que esa simple palabra me afecta. Y una vez más, usaba en mí contra la confianza que le había brindado.
—Suéltame —le exijo mordiéndome la mejilla por dentro para retener las lágrimas y que ninguna resbalara por mi rostro. Aunque desde la distancia que estábamos, él podría ver fácilmente como mis ojos se encontraban brillosos por las lágrimas retenidas.
—Tú te lo buscaste Eleanor —aclara antes de soltarme la muñeca, la cual dolía un poco por el agarre.
—Yo nunca lo busque Blake. —lo miro dolida. Él desvía la mirada—. Tú sabes lo que acabas de hacer. Jamás en la vida, vuelvas a dirigirme la palabra.
—No seas ridícula por favor —mencionó a la vez que se cruzaba de brazos.
—No estoy siendo ridícula. Hoy por fin me di cuenta de la clase de persona que eres. ¿Cómo te atreviste a llamarme de la misma forma en que mi padre me insulta cada vez que tiene oportunidad? —espero ver algo de arrepentimiento en sus ojos: no encuentro nada—. Pusiste la confianza que te di en mi contra, así que no quiero que te me acerques, ni que me mires, ni que me hables. Para ti yo estoy muerta, así como tú lo estarás para mí —este era el final definitivo. No podía continuar más con él.
—Tú también usaste lo que te confié en mi contra, así que, ¿estás segura de lo que me estás pidiendo? —me miró a los ojos con el intento de persuadirme, pero desvíe la mirada, ya conocía esa táctica, pero esta vez no iba a funcionar—. De acuerdo. Tendrás lo que quieres y espero no te arrepientas. Adiós, Eleanor.
Puse la mirada en él para poder verlo a los ojos, y saber que emociones estaban pasando por sus ojos porque siempre he sabido leerlo bien, pero cuando gire a verlo ya se había dado la vuelta y volvía por el camino por el que habíamos llegado.
Y justo ahí donde nadie podía verme, donde él no podía verme, me derrumbé.
Ese día había perdido a la única persona importante en mi vida y todo por nuestra inmadurez.
Los siguientes días, algunas veces lo miraba a lo lejos y otras yo sentía como él me miraba a mí, pero nunca ninguno de los dos se acercó, y así jamás volvimos a hablarnos.
LO QUE FUE…Eleanor Soto, la madre de Eleanor. Murió sacrificándose por aquella persona que había cuidado de su hija desde niña porque aunque Eleanor nunca le hablo de él, ella lo conoció cuando ninguno de los dos observaba. Murió arrepintiéndose pero con la idea de que su hija algún día la perdonaría.Eric, el abusivo padre de Eleanor. Él no perduro mucho tras las rejas, pues años después murió tras meterse con las personas que no debía.‘La Bruja’, es decir, la jefa de Eleanor. Nunca dejo de comportarse como una bruja, pero en el fondo, siempre le deseo lo mejor a Eleanor así que fue de gran ayuda para impulsar a Eleanor a sus metas. Tiempo después se retiró de la universidad para solo atender a sus pacientes.Julieta, la mujer detrás de B
Eleanor Mis manos inertes sobre mis piernas, cubiertas de sangre seca. Mis piernas entumecidas. Supongo que ya había pasado tiempo desde que me senté en esta silla y me quede viendo fijamente a la pared blanca. Tome una respiración, llenando mis pulmones de aire con aroma a fármacos. Siempre he odiado el olor de los hospitales. Sentía la cara seca, quizás por las lágrimas, o alguna mancha de sangre. Me estremecí ante el recuerdo de su mano acariciando mi mejilla antes de desplomarse por completo. Las lágrimas volvieron a hacer acto de presencia y sin importarme nada, deje que fluyeran. Había perdido la cuenta de las veces que tenía llorando en silencio. Deje de ver la pared para mirar mis manos. Toque la sangre seca que había entre mi dedo índice y pulgar. Esta ya está rasposa. —¿Necesita que la revisen señorita? —preguntó quién supuse era una enfermera por los zapatos. Yo solo
Eleanor*ESTE CAPITULO PUEDE CONTENER ESCENAS O LENGUAJE FUERTES PARA ALGUNOS LECTORES.*—Definitivamente has perdido la cabeza —habla Nico mirándome mal.—Él dijo que no permitiría que fuera sola, y no estoy yendo sola Nicolás.—Él se refería a que él te acompañara Eleanor.—Él nunca específico eso —digo haciéndome la desentendida. Nico solo se resignó a mirarme mal.Sí, no era la mejor de mis ideas pues era de noche pero ya no podía seguir así, necesitaba mis cosas.Así que le pedí a Nico que me acompañara al lugar menos deseado del planta mientras Blake trabajaba, no puso objeción alguna solo hasta que le dije a dónde íbamos después de subir al autobús.—E
Blake—Así que aquí es donde trabajas —asiente Nico observando el pequeño escritorio de Eleanor.—Deja ahí —regaña cuando ve que comienza a tocar unos papeles.No prestaba mucha atención a su conversación pues mi cabeza estaba centrada en otras cosas.De hecho, desde que salimos del departamento no he hablado con nada más que no fueran monosílabas cuando alguno pedía mi opinión.—¿Blake? —no quería verla pero no pude evitarlo más cuando sentí como enroscaba sus dedos alrededor de mi brazo—. ¿Estás bien?La mire fijamente, y la imagen de ella arrinconada en la pared de ladrillos me hizo ver todo rojo, intente disimularlo lo mejor que podía mirando hacia otro lado.—Sí. Tengo que irme.No le eche otra ojeada porque si la mirab
Blake—El imbécil tuvo suerte de que no le partiera la cabeza.—Blake —dice Eleanor soltando un bufido—. No me gusta que hables así.—¿Y cómo quieres que reaccione después de…? —me pase una mano por los rizos ofuscado.Ayer ninguno tenía la estabilidad para tener esta conversación, pero hoy, no había excusas.-—No te estoy diciendo que estas mal al reaccionar así. Lo único que te digo es que no me gusta que hables así, es como si…Cuando la vi a los ojos supe a que se refería.—Lo siento —me separe de la pared dando unos pasos hacia ella—. No debí referirme así pero estoy tan… enojado.—Ya paso. —dice sin importancia.—No Eleanor. —hable con autoridad—. No quieras dejarlo así. Yo no
EleanorDespués de haber visto tal escena cualquier habilidad de hablar se extinguió.Solo me aleje con la esperanza de que nadie me siguiera, y así fue.Camine sin ser consiente de hacia dónde me dirigía por lo que parecieron horas, en cierto momento llego a una parada de autobús y subí al primero que paso.No me importaba a donde podía llevarme, ni siquiera podía pensar nada que no fuera en Blake, el que presencié esta noche. El viejo Blake.La manera en la que respiraba tan agitado, sus hombros y pecho subiendo frenéticamente; esa mirada en sus ojos, sus nudillos cubiertos de sangre ajena y de la suya, su cara demacrada con heridas. Su voz… tan fría y ansiosa por… seguir golpeando.Era como volver al pasado. El pasado oscuro de Blake con las peleas.Un escalofrió me recorrió desde la espalda baja
Último capítulo