El silencio que siguió a la bofetada fue denso, casi asfixiante. Sergei, con la mandíbula apretada, empujó suavemente a Igor hacia la salida, sabiendo que cualquier palabra extra solo empeoraría las cosas.
Antes de cruzar el umbral, Sergei se detuvo un segundo junto a la silla de Alina. Puso su mano pesada sobre el hombro de su hermana, apretándolo levemente. No hubo palabras, pero el gesto fue claro en el lenguaje silencioso de los hermanos: Tranquila, pase lo que pase, estaré aquí para apoyarte.
Alina, sintiendo el calor de la mano de su hermano a través de la tela fina de su vestido, levantó su propia mano y agarró la de Sergei con fuerza, agradeciendo el único gesto de humanidad que había en esa habitación.
Luego, Sergei soltó el agarre y salió.
CLIC.
El sonido del seguro volviendo a cerrarse a espaldas de Alina resonó como el veredicto de un juez.
Alina se quedó inmóvil, mirando la puerta cerrada, hasta que sintió un movimiento a su lado. Viktor no regresó a la cabecera de la mes