¿Quién es este extraño?
—Anciano, es obvio que tienes prisa por ver a tu creador —dijo Jaden con calma y su voz era baja pero afilada como una navaja, cortando la tensión en el aire.

Los ojos del anciano Dusk se entrecerraron y dijo: —¡Eres un arrogante bastardo! Ya me cansé de tus palabrerías.

Sin decir otra palabra, se abalanzó hacia adelante. Su puño cerrado irradiaba un resplandor suave pero inconfundible de energía. La multitud estalló, se levantó de sus asientos emocionada mientras el ambiente se llenaba de expectación.

—¡Atrapa a ese tipo, anciano Dusk!

—¡Dale una lección a ese arrogante extraño!

—¡Aplástalo!

Los ancianos de Ravenmoor eran temidos por una razón, y Dusk estaba entre los más despiadados. La gente se quedó sin aliento, segura de que estaba a punto de presenciar el cuerpo de Jaden tendido sin vida en el suelo.

El puño de Dusk cortó el aire como un misil, acompañado de una violenta ráfaga de viento. Era un golpe destinado a romper huesos y aplastar el orgullo de cualquiera.

Pero en lugar de obtener el resultado esperado, todos en el salón se quedaron paralizados e incrédulos.

Jaden había atrapado el golpe.

Lo había hecho con facilidad y con una sola mano.

El resplandor del puño de Dusk se apagó como la llama de una vela y su expresión cambió completamente lleno de incredulidad.

—Fanfarroneaste demasiado para lanzar un golpe tan débil —dijo Jaden, apretando el puño.

Un suspiro colectivo se hizo oír en todo el salón.

—¿Él... atrapó el puño del anciano Dusk?

—¡¿Puede considerarse humano?!

Los ojos de Jaden se mantuvieron fijos en su oponente, sin parpadear e indiferentes, luego dijo:—Es mi turno.

Lanzó la otra mano hacia adelante en un golpe preciso y devastador directamente al pecho de Dusk.

El espeluznante sonido de un hueso rompiéndose llenó la sala.

Dusk se lanzó hacia atrás como un muñeco de trapo, su cuerpo se estrelló contra la pared con tanta fuerza que hizo que los ladrillos se partieran. La sangre brotó de su boca mientras se desplomaba en el suelo, jadeando y agarrándose el pecho en agonía.

—¿Quién...? ¿Quién eres? —tartamudeó Dusk, con la cara marcada por el dolor—. Eres un monstruo.

El anciano, antes temido, yacía desamparado, mientras su fuerza y orgullo habían sido aplastados bajo los pies de Jaden.

Jaden no respondió de inmediato. Dio un paso lento hacia adelante y su mirada se perdió por el salón mientras retornaban los recuerdos, envueltos en dolor.

—Solía haber un columpio justo aquí —dijo Jaden en voz baja, impregnada de nostalgi—. Estaba hecho de cuerdas blancas y tenían un asiento de madera. A mi hermana le encantaba.

Hizo una pausa, encerrando los ojos.

—¿Tú también lo destruiste?

Dusk parpadeó, confundido.

—Mi hermana y yo solíamos dar vueltas en el columpio todo el día hasta que nos cansábamos —continuó Jaden, perdido en el recuerdo—. Luego ella corría hacia su caja de música, reproducía su canción favorita y decía que sonaba como la paz.

Su voz se endureció mientras se acercaba más a Dusk. —¿Tú también te deshiciste de eso?

Dusk gruñó a pesar del dolor: —¿Qué demonios estás diciendo? Responde a mi pregunta: ¿Quién demonios eres?

Un guardia se acercó rápidamente a su lado y lo ayudó a ponerse de pie.

—No me importa quién seas —soltó Dusk—. Quizás seas fuerte, pero yo sirvo a los Thornfell. Y Lucian Thornfell, el actual patriarca, es el hombre más fuerte de Ravenmoor. Él gobierna esta ciudad y nadie está por encima de él.

La mirada de Jaden se pudo sombría al oír ese nombre.

Lucian Thornfell.

El hombre que alguna vez persiguió a su madre como un perro en celo. Quien, después de que ella lo rechazó, de alguna manera terminó casado con Agatha, la misma mujer que se burló de su familia.

Antes, Lucian era invencible a los ojos de Ravenmoor. Nadie podía vencerlo y nadie se atrevía a retarlo.

Jaden alguna vez lo había admirado.

Hasta el día en que se enteró de la verdad.

—Yo soy el hombre más codiciado de la ciudad —se había burlado Lucian—. Y vengo de una de las familias más poderosas. ¿De verdad crees que me enamoraría de una divorciada patética con dos hijos? Solo quería acostarme con ella. Eso debería haber sido un honor para ella.

—Oh, Lucian, eres tan astuto —Había reído Agatha.

Ese recuerdo dolía más que la cortada de cualquier cuchillo.

Lucian era una de las razones por las que su madre saltó desde el edificio. Jaden nunca lo olvidó. Y nunca lo perdonó.

—Te has metido con la persona equivocada —advirtió Dusk—. Has arruinado la fiesta de su hijo. Si te arrodillas ahora y haces mil reverencias, tal vez nuestro amo tenga clemencia.

Dusk sonrió burlonamente. Jaden estaba callado y... demasiado silencioso.

“Ahora está callado.” Pensó Dusk. “Tan pronto como mencioné a Lucian, se congeló. Nadie se atreve a desafiar a los Thornfell.”

Pero su confianza se evaporó con las siguientes palabras de Jaden.

—Te pregunté por la caja de música de mi hermana —dijo Jaden, con la voz llena de furia—. No para escuchar tu basura delirante.

Sin previo aviso, extendió la palma de su mano. Un impulso de energía cinética estalló de ella, golpeando al anciano Dusk y lanzándolo hacia la pared con el doble de fuerza que el primer golpe. Esa vez, se oyeron claramente los huesos partiéndose, y eran más de uno.

—¡Ahhh! —gritó Dusk antes de caer inconsciente.

—¿Quién... Quien es este tipo? —gritó alguien, con una voz llena de terror.

—¡Acaba de volver a derribar al anciano Dusk! Como si no fuera nada.

La señora Mary se agarró el pecho, temblando y diciendo: —No puede ser... Nadie ha derrotado nunca al anciano Dusk.

El caos estalló en el salón. Los guardias se alejaron, no se atrevieron a intervenir.

Jaden se enderezó el abrigo y luego se volvió calmadamente hacia Derek

Thornfell, que se había quedado petrificado en su asiento durante todo ese tiempo, pálido y con los ojos abiertos de par en par.

Se detuvo a unos metros de distancia, con una voz calmada pero amenazante.

— ¿Y tú, pequeño Thornfell? — preguntó Jaden—. ¿Has visto la caja de música de mi hermana?
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