La señora Mary no perdió tiempo y tan pronto como divisó a Derek, se abalanzó sobre él como un niño asustado que corre hacia sus padres en busca de protección. Los tacones de sus zapatos golpeaban rápidamente el suelo de mármol mientras reducía la distancia que los separaba, y su voz temblaba mientras hablaba.
—Señor Thornfell, ¡gracias a Dios que finalmente está aquí! —exclamó ella, con una expresión llena de desesperación y miedo —¡Ese extraño entró sin invitación! Yo solo le pregunté si tenía una invitación y... sin pensarlo dos veces, ¡me dio una bofetada que me tiró al suelo! También golpeó a Xavier, arrojó a los guardias como si fueran juguetes e incluso amenazó con matar al señor Alex.
Su voz se entrecortó cuando se dio la vuelta para echarle un vistazo al caos que había detrás de ella, luego dijo: —Por favor... tiene que hacer algo. Sálvenos, señor Thornfell.
La mirada de Derek se mantuvo firme mientras escuchaba su súplica desesperada. Pero en lugar de reaccionar emocionalmente, simplemente respondió con una voz calmada e indiferente: —Ya vi todo lo que pasó.
Luego, volviéndose para enfrentarse directamente a Jaden, Derek levantó la mano y gritó emitiendo una orden: —¡Oye, tú! Déjalo en paz. Esa es una orden.
Al escuchar esas palabras, Alex, que todavía estaba atrapado desesperadamente debajo del pie de Jaden, sintió una oleada de esperanza y confianza. Luego, el alivio inundó su rostro abatido. Ya que Derek y el anciano Dusk finalmente habían intervenido, él creía que esa pesadilla estaba llegando a su fin. Alzó la cabeza ligeramente, logrando una expresión burlona a pesar del dolor en su pierna.
—Ahora estás acabado, extraño —espetó Alex —. Realmente te has metido en un lío. Vas a...
Su frase fue interrumpida bruscamente.
Con un movimiento brutal y repentino, Jaden golpeó la cabeza de Alex contra el duro suelo de mármol. El impacto fue devastador. La sangre salpicó de inmediato, pintando las baldosas pulidas con una espantosa mancha de color carmesí. Sus huesos se rompieron y el golpe resonó por todo el salón como un trueno.
Gritos estallaron en toda la sala.
Los suspiros llenaron el aire mientras todos se retorcían horrorizados por lo que acababan de presenciar. Algunos se cubrieron la boca y otros se dieron la vuelta por completo, siendo incapaces de soportar la sangre.
—No perdono a aquellos que dicen que quieren verme muerto —dijo Jaden fríamente, su voz desprovista de simpatía. Era como si estuviera dictando una ley del universo, absoluta y final.
Se limpió la ropa con naturalidad, como si solo hubiera pisado un charco, y luego dirigió toda su atención hacia Derek. Su expresión no cambió mientras daba pasos lentos y deliberados hacia el atónito anfitrión de la fiesta.
—Entonces... —dijo con una tranquilidad inquietante. —¿Qué decías?
Los ojos de Derek se abrieron de par en par cuando Jaden se acercó. El peso del aura que despedía ese hombre era sofocante. Un sudor frío comenzó a formarse en su frente y, por primera vez en años, sintió un miedo auténtico. Dio un paso involuntario hacia atrás y su confianza se evaporó.
—¿Quién... Quién demonios eres? —tartamudeó Derek y su voz carecía de la autoridad habitual.
Los ojos de Jaden se entrecerraron ligeramente y preguntó: —¿Fuiste tú el que intentó darme una orden?
Las rodillas de Derek casi se doblan cuando el aire a su alrededor pareció hacerse más denso. Era como si la muerte misma hubiera entrado en la sala y lo hubiera mirado a los ojos. Habría caído si no fuera por el anciano Dusk, que se adelantó rápidamente y lo sostuvo por el hombro.
—¿Está bien, señor Thornfell? —preguntó Dusk con calma, aunque sus ojos nunca se desprendieron de Jaden e incluso él percibía el peligro inusual.
Los invitados comenzaron a susurrarse entre sí, siendo incapaces de comprender lo que estaban viendo.
—¿Ese extraño acaba de hacer temblar al señor Thornfell con solo una mirada?
—Derek siempre ha sido el intocable en esta ciudad. Acosaba a quien quería, se escondía detrás del nombre de los Thornfell y del anciano Dusk... y ahora mira cómo está.
—¿Qué clase de monstruo es este tipo?
Derek se sentó lentamente por instancia del anciano Dusk, visiblemente conmocionado y sus manos no paraban de temblar. Su imagen de heredero adinerado intocable se derrumbaba ante los ojos de todos.
Dusk avanzó con calma, ajustando las mangas de su túnica.
—Eres fuerte —admitió simplemente, asintiendo una vez —. No lo negaré. Pero no seas tan creído.
Alzó ligeramente la barbilla, enfrentándose a Jaden sin parpadear. —Aun así, incluso con tu poder, solo podrás soportar cinco golpes míos. Rendite ahora. Arrodíllate y pide disculpas antes de que sea demasiado tarde.
El ambiente en el salón cambió. La tensión era tan densa que se podía cortar con un cuchillo. Los invitados se miraban unos a otros, inseguros de lo que pasaría a continuación.
—Solo cinco golpes. Eso es un cumplido. La mayoría de las personas ni siquiera sobreviven a uno del anciano Dusk.
—¿Lo escuchaste? Le está dando una salida. Esa es la mayor clemencia que va a recibir.
—Debería rendirse ya. ¿Para qué hacerse el duro cuando tu oponente es una leyenda?
Pero Jaden no se inmutó. Su rostro seguía siendo impenetrable, mientras que su voz era fría y deliberada.
—Dusk... entonces tú eres ese Dusk —preguntó—. Dime... ¿fuiste tú el que envió a hombres a repintar y cavar alrededor de esa tumba?
El anciano Dusk se quedó inmóvil por un breve momento. Su expresión no cambió, pero sus ojos parpadearon con algo como reconocimiento y sorpresa.
—¿Cómo demonios sabe de ese cementerio restringido? —se preguntó Dusk en silencio—. Y, lo más importante... ¿por qué está hablando de esa tumba? ¿Qué relación tiene con el lugar de descanso de la Loca?
Luciendo tranquilo en su exterior, Dusk hizo un gesto a uno de sus hombres y le dio una orden rápida. —Llama a Paul. Pregúntale qué está pasando en el cementerio. Hazlo ahora.
Pero antes de que el hombre pudiera alcanzar su teléfono, Jaden volvió a hablar.
—No hay necesidad de molestarse —dijo secamente—. Ya los maté a todos.
El salón volvió a estallar.
—¿Qué?
—¿Mató a todos los hombres que custodiaban el cementerio?
—¡Eso es un suicidio!
La mirada del anciano Dusk se puso sombría. Sus músculos se tensaron debajo de su túnica y apretó los puños a sus lados.
—Eres un arrogante bastardo... —gruñó, avanzando—. Esa fue tu última oportunidad. Te daré una última advertencia. Arrodíllate y ruega por clemencia.
Jaden inclinó la cabeza y su mirada era afilada como una navaja.
—Debes estar delirando —respondió, con un tono cortante como el filo de una navaja—. En ningún universo me arrodillaría ante un anciano como tú.
Un suspiro colectivo recorrió a la multitud como una ola que se rompe contra las rocas.
—¿Él... volvió a negarse?
—¡Este tipo está loco! Acaba de firmar si sentencia de muerte.
— ¡No sabe con quién se está metiendo!
Los nudillos de Dusk crujieron mientras inhalaba profundamente, su cuerpo comenzó a resplandecer débilmente con poder. El aire comenzó a centellear, vibrando por la tensión entre los dos.
—Muy bien, entonces —dijo Dusk, con voz baja y peligrosa—. Prepárate para morir.