En la Mansión de los Gravesend
El estudio tenuemente iluminado de la Mansión de los Gravesend parecía bastante tranquilo, pues después de la muerte de Baron, la familia estaba de luto y todas sus fuerzas estaban centradas en encontrar al asesino que había sido el responsable de aquella tragedia.
De repente, un hombre se paró cerca de una ventana panorámica, mientras el cielo nocturno se filtraba a través del cristal, dibujando su silueta en una estampa de poder y peligro.
Luego, él alejó su mirada del paisaje y se giró hacia sus hombres, un pequeño grupo vestido con trajes negros, bien armados y entrenados, que en silencio esperaban sus órdenes.
—Quiero que uno de ustedes envíe un mensaje —Él hizo una pausa, dejando que el silencio se apoderara de la habitación, luego añadió: —. Envíenselo directamente al asesino.
Los soldados intercambiaron miradas, inseguros de si se trataba de un movimiento audaz o de una locura.
—¿Al asesino, señor? —preguntó un joven en voz baja, con la mano