Xander brindó con un grupo de invitados elegantemente vestidos mientras las risas llenaban el salón de banquetes como si fueran vino fino derramándose. Su estado de ánimo era ligero, arrogante y despreocupado, hasta que Elias se inclinó a su lado.
—Papá —murmuró Elias en voz baja—, Vane y su familia se acaban de ir. Ni se despidieron. Se veían... muy molestos.
Xander hizo un gesto de desprecio y le restó importancia con la mano.
—Que se vayan. ¿Quién necesita un lastre arruinando el ambiente?
—Pero...
—Me dieron basura de regalo. ¿Una pastilla rota? ¿Qué clase de burla es esa? —su voz amarga bajó de tono—. Eso no fue un regalo, fue un insulto. Que se mueran de hambre. Prefiero echarle las sobras a los perros de la calle que hay allá atrás.
Se dio la vuelta, agitando el vino en su copa, y recuperó la sonrisa como si ellos nunca hubieran estado allí.
***
Fuera del hotel, la familia estaba resentida. Nora se volteó hacia Jaden en cuanto llegaron al estacionamiento.
—Brillante. ¿Esa fue tu