Drax se acercó despreocupado, escondiendo las manos en los bolsillos del abrigo y sonriendo con picardía. Sus ojos vivaces se posaron en Jaden, fingiendo indignación.
—Jefe, usted tiene sus favoritos, eso no se vale —dijo Drax, negando—. ¿Por qué nunca me da los trabajos divertidos? Ya sabe, esos donde uno tiene que usar la cabeza.
Jaden ni siquiera se molestó en mirarlo mientras cerraba el cuaderno. Él respondió tranquilo:
—¿Y desde cuándo te han visto usando el cerebro? —respondió Jaden, con una sonrisa—. Eres demasiado lento para los trabajos inteligentes.
Drax se llevó una mano al pecho, tambaleándose como si hubiera recibido un disparo, antes de soltar una carcajada.
—Se pasa... qué duro es usted —se recuperó, con un brillo travieso en la mirada—. Hagamos un trato: ya que le fascina pensar tanto, le dejo la limpieza del desastre.
Antes de que Drax pudiera añadir algo más, Hope intervino, deslizándose a su lado con los brazos cruzados y una sonrisa burlona.
—Ay, animal, lidiar con