La lluvia caía en cortinas de agua helada, barnizando con un brillo plateado los cristales rotos y los ladrillos carbonizados de lo que alguna vez fue el glorioso Hotel Northpoint de Ravenmoor.
Detrás de las ruinas, bajo el resplandor apagado de unas farolas intermitentes, dos figuras aguardaban bajo grandes paraguas negros; sus siluetas recortaban la tormenta con nitidez.
El hombre más alto, con vetas grises surcando su cabello oscuro peinado hacia atrás, exhaló lentamente dejando que el humo cubriera sus labios. Se llamaba Lucian Thornfell, el implacable patriarca cuyo solo apellido bastaba para hacer temblar a las familias de Ravenmoor.
Su cara parecía tallada en piedra, con la mirada de un hombre que ha sobrevivido a incontables traiciones.
A su lado estaba Michael Thornfell, su primer hijo, el único heredero de la familia que aún podía mantenerse en pie. Sus ojos ardían con una furia silenciosa y sus manos apretaban con fuerza el mango del paraguas.
Un auto negro de lujo se detuv