Capítulo ciento seis. Corazones en lucha.
El amanecer comenzaba a teñir de oro las cumbres cuando Rowan salió del templo, dejando atrás a Kael, Lyra y Liam abrazados en un silencio más poderoso que cualquier palabra. El aire frío le azotaba el rostro, pero él apenas lo sentía. Llevaba el corazón encendido y al mismo tiempo inquieto. Había recuperado a su hermano, sí… pero a un precio que todavía no alcanzaba a medir.
Se detuvo frente al mirador natural que se extendía desde el templo hacia el valle. Desde allí, la fortaleza se dibujaba imponente en la distancia, custodiada por las montañas y la magia antigua. Rowan cerró los ojos. Sabía que ese breve respiro no duraría. El regreso de Kael no era el final de una pesadilla, sino el principio de una batalla más grande.
—¿Pensabas irte sin decir nada? —la voz de Lyra lo alcanzó como una ráfaga cálida.
Rowan no se giró enseguida. Solo cuando oyó sus pasos acercarse, se permitió verla.
Ella estaba despeinada, cansada, con los ojos aún húmed