Capítulo ciento siete. Sombras que despiertan
El silencio de la noche era espeso, casi táctil. En la fortaleza dormían todos, o al menos eso creían. Pero en las raíces de la montaña, en las catacumbas olvidadas bajo el templo antiguo, algo se movía.
Un susurro.
Una vibración apenas perceptible en el aire.
Donde una vez los monjes custodiaron reliquias sagradas, ahora el eco de voces muertas comenzaba a alzarse, despertadas por una energía nueva. Oscura. Que se había alimentado del retorno de Kael como un parásito paciente.
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Lyra se removió en su cama, inquieta. Dormía sola esa noche; Rowan había sido llamado a una patrulla de urgencia tras avistamientos en el límite oeste. La ausencia de su calor hacía que las sombras se sintieran más cercanas.
Se despertó de golpe, con el corazón latiendo en sus oídos.
No por un ruido.
Sin