Abigail Allen

Maldito sea.

Ese malnacido tuvo el descaro de humillarme, de crear un teatro alrededor del compromiso y dejarme a mí como la idiota que no se salió con la suya.

Lo hizo delante del imbécil de Misael, desenmascaró a mi madre con sus ironías y dejó claro que ya no podemos ir contra él y la otra estúpida porque vuelven a estar juntos y enterados de las mentiras.

Y lo peor es que no me miró ni una sola vez después de hacerlo, como si no existiera. Como si no fuera más que una maldita piedra en su camino.

Maldito.

Y perfecto. Simplemente perfecto.

Que se crea que esto terminó aquí, que crea que puede caminar de nuevo con Ivanna del brazo y dejarme a mí humillada solo porque puede hacerlo. Él no sabe con quién está jugando.

Hasta ahora me he mantenido en perfil bajo, acatando órdenes, siendo lo que esperan que sea, pero eso acabó.

Mi madre sigue ladrando a mi lado, agitando las manos, pero apenas la escucho. Ya lo intentamos a su maner