Capítulo 129
Él percibió el efecto que le causaba, la forma en que su cuerpo temblaba en sus manos, y sonrió satisfecho. Estaba a punto de profundizar el beso, cuando Isadora apartó su rostro, respirando con dificultad.
—Yo… creo que será mejor… ir a casa —dijo, intentando recomponerse, aunque su voz aún estuviera entrecortada y temblorosa por el creciente deseo.
Sus ojos se estrecharon. Guardó silencio por unos segundos, solo observando su vacilación. Luego, se inclinó lentamente y pasó la lengua por la comisura de sus labios.
Isadora sintió que su cuerpo respondía contra su propia voluntad, una contracción involuntaria en su vulva que le hizo contener el aliento.
—Vete a casa, entonces —murmuró él, la voz ronca, dejando claro que le había gustado ver su reacción.
Ella se dio la vuelta rápidamente, intentando escapar de esa presencia que la desarmaba por completo. Para su tristeza, ese simple gesto la perseguiría toda la noche, despierta o en sus sueños.
Isadora se recomponía, respir