Capítulo 128
—No puedo creer que tu mente haya llegado tan lejos.
—Te estaba exhibiendo como un trofeo, marcando territorio al sostener tu brazo.
—Estaba siendo educado.
Alex se detuvo tan pronto llegaron al jardín y, mirándola serio, dijo:
—Lo defiendes demasiado. ¿Están juntos?
—Claro que no. Yo no soy tú.
La última frase de ella lo hirió, y él suspiró tenso.
—Ya dije que no hice nada —respondió cansado.
—Será mejor que regrese al salón —murmuró Isadora, intentando disimular el nerviosismo.
—Te llevo a casa, si quieres. Pero no te dejaré sola con ese lobo de tres cabezas —respondió Alexander, con los ojos entrecerrados hacia Richard.
—Qué exageración… —replicó ella en un susurro, intentando parecer serena, aunque su corazón estuviera acelerado por estar cerca de su marido.
—¿Exageración? —Él se inclinó ligeramente hacia ella, el tono bajo, para que nadie escuchara—. Entonces dime por qué te pusiste rígida cuando escuchaste mi nombre.
Isadora desvió la mirada, presionando sus dedos c