La luz del día se desvanecía lentamente sobre Nueva York, tiñendo el cielo de tonos morados y rojos que competían con las luces incandescentes de la ciudad. Samantha caminaba hacia su oficina en el piso más alto de Vaughn Enterprises, cada paso resonando en el mármol del pasillo vacío. La ciudad abajo parecía irrelevante, pequeña, mientras la presión sobre sus hombros crecía con cada segundo que pasaba. El aire en la torre tenía algo pesado, algo que le oprimía el pecho, como si el edificio en su totalidad estuviera a punto de sucumbir bajo el peso de las decisiones que tomaban dentro de sus paredes.Desde que aceptó la oferta de Alexander, su vida se había transformado en una vorágine de secretos, decisiones rápidas y una presión constante que la mantenía al borde. El poder de Alexander Vaughn no era solo sobre dinero o negocios, sino sobre manipulación, control absoluto. Lo había visto con sus propios ojos: la manera en que tomaba decisiones difíciles, cómo sus órdenes se ejecutaban
El silencio en la oficina de Alexander era abrumador. El sonido de los tacones de Samantha resonaba en el pasillo vacío mientras seguía a Alexander hacia su despacho. Cada paso que daba se sentía más pesado que el anterior. Sabía que algo se había desencadenado después de la reunión, algo más grande que ella misma, y aunque intentaba no mostrarlo, la incertidumbre se apoderaba de sus pensamientos. No solo se trataba de los negocios, ni de la lucha por el poder que veía entre los directores. Había algo más, algo personal, y esa sombra oscura la seguía cada vez más cerca.Alexander abrió la puerta de su oficina y entró sin mirar atrás. Samantha lo siguió, pero esta vez, la sensación de estar a punto de enfrentarse a algo mucho más grande era palpable. Cuando cerró la puerta detrás de ella, el peso de la situación parecía multiplicarse.—Siéntate. —La voz de Alexander, como siempre, era autoritaria, pero esta vez tenía un tono más serio, más grave. No era el tono que usaba en las reunion
Samantha se quedó en silencio por unos segundos, sus pensamientos girando descontroladamente. Las palabras de Alexander resonaban en su cabeza, pero no lograba encontrar sentido completo a lo que estaba sucediendo. ¿Cómo era posible que todo lo que conocía estuviera tan entrelazado con las sombras de Vaughn Enterprises? ¿Cómo podía su padre, alguien que siempre había visto como el pilar de su vida, estar involucrado en algo tan sucio? La confusión la embargaba, pero había algo más que la mantenía alerta: el conocimiento de que la verdad la había alcanzado de una forma que ya no podía ignorar.Miró a Alexander, quien permanecía de pie junto a su escritorio, sin dejar de observarla. Había algo en su mirada que sugería que él sabía exactamente lo que ella estaba pensando. Había una calma perturbadora en su comportamiento, una que denotaba que había anticipado cada uno de sus movimientos. Como si la estuviera observando dentro de un juego que ya había comenzado mucho antes de que ella lle
El sonido de la lluvia golpeando los cristales de la ventana se mezclaba con el eco lejano de las conversaciones que ocurrían en los pasillos. La oficina de Alexander era una fortaleza de cristal y acero, ubicada en el último piso de Vaughn Enterprises, con una vista imponente de la ciudad de Nueva York. Samantha no se sentía en un lugar ajeno, pero el ambiente se había vuelto pesado, opresivo, como si el aire mismo estuviera cargado de secretos no dichos.Desde que había tomado la decisión de enfrentar la verdad, algo dentro de ella se había transformado. A pesar del temor que sentía ante lo que se venía, una fuerza desconocida la empujaba a seguir adelante. Ya no podía mirar hacia atrás, no podía seguir siendo la misma mujer que había aceptado un trabajo en esta empresa sin conocer los riesgos, sin entender las conexiones profundas entre su padre y Alexander Vaughn. Había algo más en juego ahora. La lucha no solo era contra las mentiras que habían rodeado su vida, sino contra las mi
Samantha no había podido dormir en toda la noche. La conversación con Alexander aún resonaba en su cabeza, como una melodía disonante que no la dejaba descansar. Su mente daba vueltas, entrelazando las palabras de él con lo que había descubierto. Todo parecía encajar de manera incómoda, y, sin embargo, cada nueva revelación la hundía más en el caos. Pero lo peor era que, a pesar de la confusión y el miedo, una parte de ella no podía evitar sentirse atraída por esa verdad sombría que Alexander le había ofrecido. Un deseo insano de conocer el todo, de entender por qué su vida había tomado un giro tan inesperado.La luz de la mañana comenzaba a filtrarse a través de las cortinas de su apartamento, pero Samantha no la percibió. El reloj de la mesilla marcaba las ocho, pero ya había pasado un par de horas desde que había dejado de intentar dormir. Estaba sentada en su cama, rodeada de papeles, de informes y más informes, cada uno cargado de información que la conectaba más con un pasado os
Samantha se despertó al día siguiente con la sensación de que el mundo había cambiado para siempre. El peso de la decisión que había tomado la noche anterior la golpeaba con fuerza, pero no la dejaba derrotada. Estaba más decidida que nunca. Había aceptado unirse a Alexander Vaughn en su intrincado juego de poder, y eso significaba que debía estar preparada para las consecuencias.El sol ya se filtraba por la ventana de su apartamento cuando despertó, bañando la habitación con una luz suave, pero fría. Por un momento, se quedó acostada, mirando el techo, mientras pensaba en todo lo que había aprendido en las últimas semanas. Las revelaciones sobre su padre, sobre Vaughn Enterprises y sobre lo que Alexander había sido capaz de hacer para mantener el control de su imperio, todo giraba en su mente como una espiral que no podía detener.El sonido del teléfono móvil interrumpió sus pensamientos. Samantha se levantó con un suspiro y miró la pantalla. Era un mensaje de Alexander."Nos vemos
La oficina de Alexander Vaughn era un lugar donde el tiempo parecía detenerse. La luz que entraba por los ventanales era dorada, y la atmósfera estaba impregnada de una calma fría, pero sobrecogedora. Samantha sentía el peso de la última conversación sobre sus hombros. Sus palabras seguían resonando en su mente: "Vaughn Enterprises no es sólo una empresa, es el corazón de todo un sistema". Esas palabras se le clavaban como dagas, como una advertencia de que lo que estaba a punto de hacer no solo la implicaría a ella, sino que también afectaría a las personas que alguna vez consideró importantes en su vida.Lo peor de todo era que no sabía si se sentía más atrapada por su lealtad hacia su padre o por su creciente admiración y deseo de poder. Mientras salía del edificio de Vaughn Enterprises, sintió cómo las sombras que había ignorado durante tanto tiempo se alzaban frente a ella, rodeándola.Samantha caminó sin rumbo fijo por las calles de Nueva York. No podía soportar estar en su apar
La ciudad de Nueva York nunca dejaba de sorprenderla. La vida a su alrededor parecía seguir su curso, ajena a las decisiones que Samantha Ortega acababa de tomar. Aunque su cuerpo permanecía inmóvil en su apartamento, su mente no podía dejar de correr a una velocidad vertiginosa, repasando una y otra vez las palabras de Alexander Vaughn y las repercusiones que tendrían en su vida."Perderás todo lo que has conocido. Todo lo que alguna vez creíste que tenías."Esas palabras de Alexander resonaban en su mente como un eco distante, pero profundo. La decisión que había tomado en el restaurante Delacroix no era solo una apuesta por el poder. Era un salto al vacío, una traición a todo lo que había creído, a su familia, a su moral, a sí misma. Y, sin embargo, no sentía miedo. En su lugar, una extraña sensación de poder comenzó a crecer en su interior. Algo oscuro, pero liberador.Despertó temprano al día siguiente, como era costumbre, pero no pudo regresar a la rutina de siempre. El hecho de