La luz tenue de la oficina de Alexander Vaughn caía sobre el escritorio, creando sombras que se estiraban en la pared como una representación del poder que él tenía. Samantha se sentó frente a él, los nervios recorriéndola desde la punta de los dedos hasta el centro de su pecho. Las palabras de Alexander seguían resonando en su mente, tan claras y directas como un disparo en la oscuridad. "Lo que quiero es que seas mi aliada. No solo en los negocios, sino en todo. Hay decisiones que requieren más que una mente analítica, Samantha. Requieren lealtad, sangre fría y voluntad para hacer lo necesario."
Se había metido en algo más grande de lo que imaginaba. Desde el momento en que aceptó ese trabajo como su secretaria, su vida había dado un giro que ni siquiera ella había anticipado. Ahora, ese giro parecía llevarla a un lugar del que no estaba segura de querer salir.
El reloj en la pared avanzaba lentamente, cada tic sonando como un recordatorio de que el tiempo se le escapaba. Samantha m