El silencio que siguió a la promesa de Samantha flotó pesadamente en el aire. Cada palabra que había pronunciado parecía haber sellado no solo su destino, sino el de todos los mundos que estaban conectados por el misterioso velo. La magnitud de lo que estaba por venir pesaba sobre ella como una sombra invisible que amenazaba con tragarse la luz que quedaba.
Alexander, por su parte, no parecía tener las respuestas que Samantha necesitaba. Su mirada reflejaba una mezcla de temor y esperanza, como si todo lo que habían luchado hasta ahora hubiera estado encaminado hacia este momento, y al mismo tiempo, fuera un precipicio del que no sabían si podrían regresar.
"¿Cómo se supone que restauraremos el equilibrio?" preguntó Samantha, su voz más firme de lo que se sentía en su interior. "Si yo soy la llave, ¿qué se supone que debo hacer ahora?"
Alexander la observó por un largo momento, como si sopesara sus palabras con cuidado. Finalmente, habló con una gravedad renovada.
"El velo, como te he