Stormi corrió a la habitación de su madre, desde que sus tíos llegaron ella puede estar mucho más tiempo con su ogro y se siente demasiado feliz tenerlos a todos cerca. Que solo no sean ella y su madre le hace bien.
Subiendo a la cama se le quedó mirando como siempre, la sonrisa en la cara de la niña aceleró el corazón de Ana quien estaba con los ojos medios abiertos, pero lo suficientemente cerrados como para que su hija no supiera que la mira.
―Eres muy hermosa, mami. ―Susurró. ―Deberías convertirte en la esposa de mi ogro. ―Ana abrió los ojos de golpe y la chiquilla carcajeó por el gesto de su madre. ―¡Sabía que estabas despierta!
―¡Y menos mal! ―Chilló Ana. ―De haberme despertado con semejante ocurrencia aquí en cama me hubiera quedado de un bajón de azúcar. ―Se sentó. ―Pero ¿Tú estás loca? ―Preguntó riendo. ―¿Cómo se te ocurre decir tantas cosas locas? ¡Ni loca estaría yo con ese amargado de primera! ―Stormi carcajeó al verse entre los brazos de su madre.
―Hacen bonita pareja