Las cosas habían estado bastante extrañas, aunque de todo eso Osiris pudo rescatar algo realmente importante. Se había dado cuenta del giro que había dado su vida, entendió finalmente que Aiden es un hombre por el cual vale la pena esforzarse y se prometió darse la oportunidad de amarlo y que él la amara así de intenso.
Todavía no se había mostrado al mundo y mucho menos su hijo, pero los monarcas debían salir del país por un tiempo indefinido por lo que las responsabilidades quedaban sobre Aiden y ella. En el castillo todos la amaban al igual que a Izan y eso le ponía las cosas más fáciles, pero solo pensar salir al mundo la abrumaba demasiado.
Aiden por su parte, desea gritarle al mundo quién es su mujer, quiere presentarla en las cenas y festividades, aunque eso signifique ponerla al ojo de otros hombres. Con su mariposita no puede controlar lo posesivo, celoso y territorial que es.
―Me gusta como te adaptas tan rápido. ―Aiden se sentó y no despegó la mirada del trasero de su mujer