Nadie fue consiente de la reacción de Ana, ni siquiera el chico que le había dado tal información, ella sintió como su corazón aceleró de manera inexplicable. Un par de personas llegaron a llamarle así, pero solo una la llamó así desde que la conoció.
―Bien, estaré ahí pronto. ―Ella le sonrió al chico para que saliera de la cocina, pero no estaba dispuesta a ir, ella se quedó trabajando y tratando de olvidar lo que estaba pasando. ¿Qué hacía él ahí? No es su estilo, ¿Por qué vendría a aparecer ahora? Sacudiéndose todo de la cabeza, siguió con su trabajo, él se cansará y se marchará.
―¿Por qué estás como alterada? ―Chris enarcó una ceja. ―Cada vez que se abre la puerta te asustas como si esperaras algo malo. ―Ana negó.
―Es el cansancio, temo que entren diciendo que llegó otro cliente. ―Le sonrió.
―Ya hemos cerrado, es imposible que dejen pasar a alguien. ―Le guiño.
―Vaya, ahí afuera hay un cliente con una cara que no se aguanta ni él mismo. ―Marisol resopló. ―¿Cuánto lleva ahí sentado?