La captura de Larissa si bien implicaba una puerta a una vida más pausada, más tranquila, marcó la tensión que ya existía entre Ethan y Eirin. Las huella de lo vivido dejaron secuelas en ellos bastante profundas.
La habitación estaba en silencio, solo interrumpido por el sonido sordo de las gotas de lluvia golpeando las ventanas. Eirin se encontraba en el centro de ella mirando por la ventana con una expresión distante. Su rostro reflejaba los rastros de la lucha interna que había estado librando desde el día en que todo había comenzado. La tormenta afuera parecía ser el espejo perfecto de la tormenta dentro de ella.
Ethan, parado a unos metros de distancia, observaba en silencio. Su mirada se centraba en ella, pero sus pensamientos se enredaban en un mar de confusión y desesperación. Los recuerdos de sus momentos juntos, de lo que había sido la promesa de un amor, ahora parecían diluirse bajo el peso de las revelaciones que ambos se habían hecho.
—Eirin… —susurró con voz rasposa, per