Capítulo 8. Aún no encuentras a la indicada.
Punto de Vista de Nicolás
Sería mentira decir que me sorprendió que Fernando me encontrara abrazando a Solana. Lo había planeado, diablos, lo había orquestado por completo.
Lo había visto allá afuera llorando por su pequeña tentadora tóxica, y sabía que regresaría. Había visto a Dalila irse furiosa como la telenovela andante que era, pero Solana había estado demasiado absorta en nuestra discusión, alterada, sonrojada y sin aliento, para darse cuenta de nada.
En ese momento parecía querer disolverse en el suelo, por lo que casi me sentí culpable.
—¿Besándonos? —preguntó ella—. ¿Qué te pasa, Fernando? Solo estábamos hablando.
Intentó restarle importancia con una sonrisa, pero parecía como si la estuvieran electrocutando.
—Hablando —repitió Fernando—. ¿Mientras él te abrazaba?
—Eso fue culpa mía —se apresuró a decir, dando un paso adelante—. Te vi corriendo detrás de Dalila y tuve la sensación de que querías ahogarla. Me tropecé mientras corría hacia la ventana para mirar e intervenir si